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Tribuna:
Tribuna
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LA ELIPSE

18 lunesEl sutilísimo Eduardo Rico ha hecho en Interviú un fino análisis de las familias socialistas. A saber:

Izquierda socialista: está expresada absolutamente en su nombre. Nada que añadir.

Barones o califas: Leguina, Borbolla, etcétera. Son la aristocracia del partido y se mueven siempre a nivel de primeros puestos.

Cristianos: Peces-Barba, Altares, Pons y en este plan. Se les conceden puestos más representativos que reales, como la presidencia de las Cortes: ayer Peces, hoy Pons. Suscitan un recelo último, quizá. El socialismo es agnóstico, que es una manera fina de decir ateo.

Tecnócratas: Boyer, Solchaga, Luis Solana y por ahí. Son, aunque el sutilísimo Rico no lo diga, la infiltración/Friedman en el partido. Guerra los controla.

Felipistas. Almunia, Javier Solana, etcétera. Nominalmente, los más adictos. Pero estas adicciones personales, emocionales, tienen algo de arenas movedizas. (Aquí de Guerra, asimismo.)

Guerristas: fanáticos de Alfonso Guerra que cuidan la memoria histórica y las señas de identidad del PSOE. Son los más difíciles de pastorear por Guerra, pues que son los que se sitúan más cerca de su corazón. Nacen de las Juventudes Socialistas de Sevilla. Nombres: Galeote y Dorado, en primer lugar. De Galeote sólo tenemos excelentes referencias. Con Dorado he compartido algunas mesas de la high/high. Le aconsejaría no ponerse manga corta debajo de la chaqueta, porque conviene (incluso a un socialista) que asomen mucho los puños. Otro nombre: Virgilio Zapatero. Viajé con él a Nueva York, una vez, y me fascinó su sencillez inteligente, su menestralía intelectual, abierta y sobria. Y éstas parece que son las tripas del PSOE.

20 miércoles

Luis Zarraluqui: "La naturaleza jurídica de los elementos genéticos". He aquí el primer adelantado español en la juridicidad (apasionante) de las nuevas for mas de procreación, reproducción y sucesión.

22 viernes

Los cambios de pareja matrimoniales estuvieron de moda y ahora vuelven. Me parece un último recurso, puritano y desesperado, para salvar el matrimonio. Esto de intercambiar la esposa con el amigo de la oficina o de toda una vida puede conducir a perder el amigo, pero no conduce, desde luego, a salvar la delicada y maltrecha institución del matrimonio. El cambio de parejás es una cosa puritana que distrae una noche, pero luego, qué. En John Upidike, el gran cronista/novelista de la América última, hay un cambio de parejas de week/end. Al antihéroe de Updike le toca una señora con cáncer de matriz, y tiene que ensayar otras vías. Esto pasa mucho en los cambios de pareja: cáncer, vaginitis, inhibición tensional, dispaurenia. Al final, la pareja improvisada con recortes de otras parejas acaban mostrándose las fotos de los niños, el uno al otro. El cambio de pareja matrimonial es una institución burguesa y reaccionaria que no conduce a nada. El último recurso burgués para salvar el matrimonio. La Iglesia acabará haciendo del cambio de parejas un sacramento, según las Escrituras. La Iglesia, como el PSOE, tiene escrituras para todo.

24 domingo

La caída del imperio de Hefner es ya noticia internacional. Playboy era la revista más púdica del mundo. Se habían quedado en las chicas. Cualquiera que consuma ciencia/ficción o se haya asomado al año 2001 sabe que lo bueno son las marcianas, las criptonitas, la bellísima She de la película She (aparte lo lacónico y enigmático del nombre/pronombre), las tripulantes de ovnis, Supergirl, Barbarella, Jodella y por ahí. El adolescente audaz y el ejecutivo/jet a quienes iba dedicado Playboy han probado ya a beneficiarse una galaxia, una masa de reostatos y hasta una bruja adolescente de 300 años, como Victoria Abril en película española de cuyo nombre no debo acordarme, y que encima resulta, la pequeñita, un bollacón que se pasa por el esmeril a mujeronas como Concha Velasco, tan hembraza. Es decir, que incluso en esta aldea de la aldea planetaria hemos llegado al sexo intergaláctico. Lo que uno se beneficia hoy, señor Hefner, son muertas, lunáticas, embalsamadas, mujeres/vampiro, tipo Olvido Alaska, que por eso está ya viviendo en Londres y anuncia benedictine. Bueno, pues Playboy sigue o seguía, como una hoja parroquial mormona, dándole vueltas en la cama a "la chica de al lado" (era la frase de Hefner). Pretendiendo alegrarnos honestamente la vida con la ingenuidad vaginal de una famosa o el infantilismo rectal de una starlette. Cualquiera que vaya un poco al cine o lea best/sellers, cualquiera que esté en el rollo y se trabaje el vídeo duro, sabe que lo bueno y lo postnovísimo son las momias egipcias que vuelven voluptuosamente a la vida y las estigmatizadas que ponen los ojos amarillos y echan por ellos rayos láser durante el orgasmo. Playboy, revista rosa y conservadora, sólo traía chichas desnudas masturbándose como monjas.

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