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Congreso de monaguillos andaluces en Ibros

Alrededor de 300 monaguillos van a asistir durante este mes de agosto en la localidad jienense de Ibros, con poco más de 3.000 habitantes, al V Encuentro Interdiocesano de Acólitos al que concurren chavales procedentes de parroquias de toda España, sobre todo de provincias andaluzas. En los años anteriores la experiencia ha sido tan positiva que ahora, cuando se inician los cursos, se agota la disponibilidad de plazas.Esta iniciativa se debe al párroco de Ibros, Juan Párraga Barranco, que la entiende como una necesidad de instruir mejor a quienes dentro de la Iglesia tienen una tarea más importante de lo que parece a simple vista. Destaca por otro lado que la propia celebración de los encuentros es demostrativa de que la figura del monaguillo no se ha perdido sino que va en aumento. Para el párroco de este pueblo jienense que acoge a acólitos de todos los lugares en su centro parroquial es importanteque la misma idea se esté pensando en llevarla a cabo, si es que no está materializada ya, en otras diócesis, ya que conocen cierto interés demostrado en Zaragoza, Toledo o Valladolid. Según su opinión, la imagen del monaguillo ha, ido cambiando con el paso de los años, y, aunque siguen siendo revoltosos como niños que son, no se pueden considerar los pillos de otros tiempos, que incluso habían perdido el respeto a lo sagrado. Es de sobra conocido el dicho de "si quieres tener un hijo pillo, mételo a monaguillo".

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Los centenares de acólitos que acuden a Ibros en turnos semanales de 70 llegan cada lunes acompañados por sus párrocos y también, en algunos casos, de familiares. Durante una semana se familiarizan con el pueblo, hacen footing a horas tempranas, conversan con los vecinos, que los acogen con simpatía, y ayudan a las tareas de culto, además de asistir a las clases, que son el centro de las jornadas, y a las actividades que se les programan en estos días.

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La idea de estos encuentros nació en una reunión de sacerdotes en la que estaba presente el párroco de Ibros y en la que se habló de la escasa formación que en términos generales se observaba en estos niños cuando la labor que realizan es tan importante, especialmente en los pueblos donde, por falta de personal, se ven obligados a auxiliar a los párrocos en el trabajo. A partir de ahí, párrocos de toda España han colaborado con el proyecto y envían a sus monaguillos para que se formen mejor. La prueba más rotunda del éxito que se ha alcanzado es que este año no ha sido posible atender todas las peticiones.

Los monitores son en su mayoría seminaristas o jóvenes previamente formados para cumplir esta misión. Ellos se encargan de estar todo el día con los monaguillos enseñándoles catequesis, liturgia y canto, además de ayudar en las celebraciones religiosas. El resto de la jornada se dedica a las actividades deportivas, como el baño en la piscina del propio centro parroquial que los acoje y que ha sido contruido por el párroco, o las excursiones que se realizan a algunos puntos de la provincia de interés monumental o paísajístico. Los asistentes son en su mayoría niños con edades comprendidas entre los ocho y los 13 años.

El retrato robot de un monaguillo de hoy, de acuerdo con lo manifestado por el párroco y promotor de estos encuentros, Juan Párraga, es el de niños que provienen de familias cristianas que suelen ver con muy buenos ojos el servicio que prestan en las parroquias. Son los propios padres los que conectan con los párrocos y asisten a la clausura de los cursillos.

Dos seminaristas de Costa de Marfil que se encuentran en España cursando estudios de teología en la facultad de Pamplona actúan como monitores. Ellos mismos se encuentran entusiasmados, según afirman Benjamín y Aibin, que éstos son sus nombres, por esta idea de cuya experiencia desean aprender para trasladarla a su país al entender que los niños son la esperanza de la Iglesia y toda la labor que con ellos se haga resultará provechosa.

Niños con sotana

El pueblo los espera cada verano. Unos tienen cara de niños buenos, otros responden fisicamente a la imagen tradicional de los monaguillos. Son en general resueltos y afectuosos; cambian de atuendo a cada momento, igual se les ve en traje de baño que conviviendo con los demás niños del pueblo, o, todos serios, revestidos de sus sotanas, diferentes entre sí en razón de sus propios lugares de origen. Lo mismo ríen y juegan que rezan el rosario o colaboran para la mayor brillantez de los actos litúrgicos. Se les trata como merecen, disfrutan de la paz que se puede saborear en un pueblo andaluz, blanco y hospitalario, y aprenden, junto a los vecinos, a amar a esta tierra y a su patrimonio común, la patrona Virgen de los Remedios, a la que acaban de rendirse en homenaje los emigrantes ibreños dispersos por toda la geografía nacional y a cuyos actos se han sumado con emoción los propios monaguillos. Son ellos mismos los que se marchan deseando volver en alguna ocasión para estas singulares vacaciones.

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