Rafael Pérez Ribas,
alcalde de la localidad navarra de Burlada, recibió durante cinco minutos una lluvia de huevos y tomates cuando se disponía ayer a prender la mecha del cohete que anunciaba las fiestas locales. En aras a la dignidad del propio Ayuntamiento, según declararía posteriormente, el alcalde permaneció impertérrito en el balcón de la casa consistorial. Pringado de claras y yemas, Pérez Ribas señaló que esta actuación, a su juicio, no obedecía al sano ejercicio de la diversión, sino al persistente objetivo de una minoría de fastidiar al Ayuntamiento.
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