Estilizado melodrama
Como homenaje al recientemente fallecido Emilio Fernández [murió el pasado 6 de agosto], Televisión Española emite hoy Maria Candelaria, una película del año 1943 que descubrió al mundo entero el cine mexicano pues, una vez finalizada la II Guerra Mundial, fue presentada en el Festival de Cannes (1946) y al de Locarno (1947), y logró un enorme éxito.Tal y como hacía constar Paco Ignacio Taibo en el artículo que publicó EL PAÍS el 7 de agosto a raiz de la muerte del cineasta, María candelaria corresponde a una idea edulcorada del indigenismo, a una visión relamida y sublimada de un universo de miseria y superstición.
Con la inestimable ayuda de un operador de gran talento -Gabriel Figúeroa- y algo propenso a convertir cada encuadre en una estampa, bajo la advocación de Serguei Eisenstein y su manera de captar México en su inacabado documento sobre la revolución de aquel país, Emilio Indio Fernández compuso una versión estilizada de los clásicos melodramas o folletines sentimentales por los que tanta propensión siente el cine mexicano.
Los buenos -Dolores del Río y Pedro Armendáriz- lo son hasta extremos insospechados, y llegan al martirologio, mientras que el malvado -inolvidable Miguel Inclán- es capaz de las mayores iniquidades con tal de conseguir satisfacer sus libidinosos impulsos.
Por su parte, el pueblo está presentado como una masa susceptible de ser manipulada, ora a favor de unos, ora a favor de otros, populacho caprichoso y cruel a veces, piadoso y arrepentido en otros momentos. Y todo eso, las peripecias de la pareja protagonista y su cerdito, nos son mostradas en medio de hermosos cielos, delirios florales y efectos lumínicos sacados de la más rancia iconografía religiosa.
Talento narrativo
A pesar de todo esto, de la falsedad del filme respecto a la realidad inmediata que dice mostrar, hay en la película grandes valores que sería absurdo menospreciar valores que se derivan de una verdad distinta, que surge de entre todo ese paisaje embellecido o de esos personajes convertidos en emblemas. Es la verdad del talento narrativo, del cómo a veces es mucho más significativa y rica una mentira -o al menos una inexactitud- que la fiel reproducción de una realidad exterior. Y tiene otros atractivos tangenciales, como el recuperar a Dolores del Río para el cine de su país, convertida aquí en campesina de largas trenzas que, nada sabe de la actriz con glamour que sedujera a Orson Welles con su fantástica lencería.Emilio Fernández nos habla también de lo que él cree que debía ser el arte popular, tanto a través de de su propuesta como de la anécdota del pintor que desencadena la tragedia en que acaba el filme. Es una idea de pureza que tiene que ver con pulsiones reprimidas, con el machismo, con la belleza como algo reñido con la vida cotidiana, irremediablemente manchada por un pecado original: no actuar desinteresadamente. El deseo físico, la ambición o la codicia no existen para María Candelaria o Lorenzo Rafael, quedan para Don Damián, ese lado oscuro de la vida cuyos contornos de sombra quiso delimitar con exactitud Emilio Indio Fernández.
Maria Candelaria se emite hoy por TVE-2 a las 22 horas.
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