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Las otras aves de paso

Miles de norteafricanos hacinados en Algeciras, en la última semana, a la espera de un transbordador

El paso migratorio más importante del Estrecho no lo protagonizan las aves, sino los cientos de miles de personas que entre los meses de julio y principios de agosto llegan de Europa a Algeciras para embarcar con destino a su Marruecos natal. Este año tampoco han faltado a la cita, pero ha sido mucho mayor su número, desbordando los cálculos estimados.El cierre simultáneo de las fábricas automovilísticas más importantes de Francia, la fiesta religiosa del cordero el próximo día 15, el mayor poder adquisitivo traducido en número de vehículos y el incremento de un colectivo de súbditos argelinos que vuelven a esta ruta tras la normalización de relaciones con Marruecos pueden haber sido las causas de esta enorme avalancha, que ha superado con creces las de años anteriores.

Solamente en un día, el lunes 4, se contabilizó en la ciudad un global de 12.000 vehículos extranjeros, aunque el ciudadano algecireño apenas notó en las calles esta presencia. La gran afluencia de automóviles se hacía patente en la parcela portuaria paralela al largo paseo marítimo y en los arcenes de las carreteras de acceso, donde tuvieron que ser ubicadas distintas caravanas de coches, ya que la capacidad de los campamentos instalados al efecto había sido desbordada.

Ambos centros, el de Marchenilla, con capacidad para 1.300 vehículos, y el de Torrealmirante, destinado a 800, se abrieron en la tarde del sábado día 2. Desde entonces y hasta su cierre en la tarde del miércoles, nadie pudo escaparse de los filtros situados en los accesos a la población. La matrícula, el numeroso equipaje que portan y el aspecto del viajero son determinantes para su encauzamiento hacia el centro correspondiente.

Una vez allí, dirigidos por la Guardia Civil de Tráfico, alinean sus coches en las explanadas, y a partir de entonces queda la impaciente espera. Las escenas habituales que podían observarse en los campamentos eran protagonizadas por los más pequeños, refugiados en los lugares de sombra junto a las madres, mientras que el padre se encargaba de comprar las botellas de leche o grandes hogazas de pan. Este último alimento fue el más consumido, hasta llegar a los 6.000 kilos en una jornada, habiéndose tenido que recurrir a panaderías fuera de Algeciras, algunas de ellas situadas a 80 kilómetros.

En estas horas de estancia en los campamentos no faltó el joven que se lo tomó con calma leyendo un libro, así como el cabecilla organizador que transmitió su impaciencia a los demás hasta el punto de intentar cortar la carretera nacional 340, o tirar piedras contra las fuerzas de seguridad, como ocurrió también el año anterior. Fueron demasiadas horas para tener tan cerca el mar que los conduciría a su país.

Robos, diarreas, pérdidas

En el ámbito sanitario, más de 3.000 casos han sido tratados en los últimos días en los puestos de socorro establecidos en los campamentos y zonas portuarias por la Cruz Roja Española y el Creciente Rojo marroquí. De ellos, 21 personas tuvieron que ser tratadas en el hospital de la Seguridad Social, sin que se tengan noticias de ningún fallecimiento. Las diarreas, vómitos, pequeñas heridas y deshidrataciones son los síntomas más generalizados. También ha abundado la pérdida de documentación, extravío de niños o dispersión de familiares, y las denuncias de robos en los vehículos, así como el abuso en los precios de los billetes o de los alimentos, aunque estos temas estuvieron más controlados en los campamentos, donde se exponen las tarifas.Las quejas fueron generalizadas entre los alojados que no comprendían la situación ni por qué tenían que permanecer tanto tiempo en estos lugares. Alguno, como el joven Mohamed Hassan, ponía cara de asombro cuando se le comentaban las ingentes cifras de vehículos que estaban llegando. Él salió de Francia con su padre un viernes, llegó el domingo a Algeciras y embarcó el martes por la mañana hacia Ceuta. A su lado, una mujer se quejaba de haber comprado el billete en París, sin haber embarcado a la hora prevista.

Periódicamente, los altavoces en los centros e incluso por helicóptero daban información en árabe instándoles a la calma, y la incomodidad de los ratos pasados comenzaba a dejarse atrás al ver la puerta de embarque de los transbordadores que incesantemente, aunque no con el número deseado, han hecho los viajes a Ceuta y Tánger.

Los campamentos, sin embargo, no han alojado sólo a marroquíes u otros árabes. Algunos europeos han tenido también que pasar con ellos las largas horas de la espera. Iban simplemente a embarcar, y como tal, no pudieron salir de allí una vez instalado el vehículo, a menos que utilizaran los taxis dispuestos para ir a la ciudad.

La situación duró cinco días. Ahora los emigrantes seguirán llegando, pero lo harán más fluidamente y no necesitarán filtros, controles o campamentos. Sus compañeros han sufrido el aspecto negativo de la masificación en una ciudad que no cuenta con suficiente infraestructura.

Fuera de toda previsión

Según los datos aportados por la concejalía de Tráfico del Ayuntamiento de Algeciras, organismo coordinador de la denominada operación tránsito 86, la cifra de pasajeros desde junio hasta los cuatro primeros días de agosto se ha incrementado en 99.935 con respecto al pasado año, aumentándose los vehículos en 29.334. Dicha estadística, inmersa en un global que se acerca a las 400.000 personas, da idea de la masiva. afluencia sostenida en Algeciras, sobre todo en los seis primeros días de este mes, que ha requerido incluso soluciones de emergencia.Un total de ocho barcos, dos de ellos marroquíes, pertenecientes al pool del Estrecho, han realizado viajes continuados, sólo interrumpidos durante varias horas en la madrugada, en los itinerarios de Algeciras-Ceuta y Algeciras-Tánger. Dichas interrupciones provocaron la opinión disconforme del delegado municipal de Tráfico, Joaquín Torres, que señalaba la necesidad de previsiones por parte de las navieras con la contratación de más personal para la realización de un puente marítimo ininterrumpido que acortase las horas de estancia de los viajeros en Algeciras.

Los trabajadores de las navieras, por su parte, informaban en un comunicado colectivo, a través de UGT, que estaban al límite de sus posibilidades y que los puertos de Algeciras, Ceuta y Tánger tienen un número determnado de atraques que no pueden superarse.

Muchas personas han trabajado incesantemente durante las jornadas de la masiva afluencia, contándose los efectivos de la policía local, Guardia Civil y Policía Nacional encargados de la vigilancia y canalización en los campamentos.

Estos centros, ya proyectados en la corporación municipal anterior, han sido totalmente configurados en la actual, que adquirió el terreno de Marchenilla el pasado año, exclusivamente destinado a este fin. Sus acondicionamientos son costeados por el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y la Dirección General de Tráfico. Habiendo que resaltar que no se recibe aportación económica del Gobierno marroquí, que sólo traduce su ayuda en el personal del consulado. El vecino país colabora también en la estructura sanitaria del Creciente Rojo, que este año ha trasladado a Algeciras a un total de 150 personas y cinco ambulancias, mientras que la Cruz Roja Española ha puesto todos sus esfuerzos especialmente en el material farmacéutico y en la infraestructura sanitaria.

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