_
_
_
_
_
TOUR DE FRANCIA

El Puy de Dôme fue esta vez un trámite, y Lemond se prepara para llegar mañana a París como ganador

JUAN MORA ENVIADO ESPECIAL, El estadounidense Greg Lemond confirmó ayer, en la última etapa de montaña del Tour, que es el virtual ganador mañana en París. En la cima del Puy de Dôme le sacó 51 segundos al francés Bernard Hinault. Este hizo de guía a sus compañeros extranjeros; Lemond se mantuvo a su rueda, y el pelotón, sumiso, no se atrevió a moverse. La calma que hubo en la etapa la resume el que ninguno de los primeros en llegar al Puy de Dôme, después de una escapada permitida, fuera escalador. El vencedor fue el suizo Eric Maechler, que perdió 57.53 minutos entre las tres anteriores concluidas en un alto de montaña.

Más información
Camino de París

El Puy de Dôme estaba ya ahí mismo. Hacía tiempo que los corredores lo habían identificado porque resulta inconfundible. Su ascensión, a lo lejos, no parecía tan dura. Era como si a la altiplanicie del Macizo Central le hubiera salido un bulto. Ahí había que subir, hasta la antena de televisión que corona su cima. Hinault se lo explicaba, a los norteamericanos de su equipo. Y bromeaba con cuantos tenía a su alrededor. Más atrás, Lemond se limpiaba las gafas con la gorra.La imagen no parecía de este Tour. No faltaba nada para comenzar a subir el Puy de Dôme, por delante iba una escapada a siete minutos de diferencia y nadie del pelotón iba tan siquiera a disputar el triunfo de tina etapa que siempre ha pasado a la historia. Los corredores ocupaban todo el ancho ole la carretera, las manos sobre la parte superior de la bicicleta. Diálogos. Todo aquello era una broma. Ya lo habían sido los kilómetros que habían quedado detrás con seis puertos de montaña. Ni siquiera el de primera categoría merecía la más mínima homologación. El perfil de la etapa mintió porque había dibujado ascensiones que no eran más que suaves subidas a la altiplanicie. Y, una vez allí, cualquier colina era considerada puerto. En ninguna ocasión el pelotón perdió, elementos.

El Tour, se vio ayer, había quedado visto para sentencia el día anterior, en la contra reloj. Hinault fue fiel a su palabra y dio como vencedor a Lemond. Sobraba, por tanto, todo lo que queda por recorrer hasta París. Los corredores cumplen ya el trámite de llegar a los Campos Elíseos. Con esto no contaban quienes; estuvieron ayer muy atentos para meterse en la escapada buena y ganar en el Puy de Dôme. Anselmo Fuerte, Marino Lejarreta y Pello Ruiz Cabestany saltaron en diversas ocasiones del pelotón, en cuanto hubo movimiento, pero aquellas fugas eran de fogueo. Todo, inmediatamente, volvía a estar bajo el control del conjunto La Vie Claire.

Hasta que unos cuantos rodadores, temerosos de perder muchos minutos en la ascensión, decidieron adelantarse en el camino porque la carrera iba demasiado lenta. Hinault, que parece haberse convertido en el director del Tour, les dejó. Ya que él no podría ser el ganador, que lo fuera un cualquiera. Él ya había dicho que el Tour era de Lemond. Porque en el Puy de Dôme volvió a ser inferior a su lugarteniente. Esta vez no pudo tirar de Lemond y éste tampoco le esperó.

Una subida inútil

Hinault sabía lo que se decía. Renunciar al Tour quedando el Puy de Dôme no era lógico. La subida, aunque corta, es lo suficientemente pronunciada como para producir un descalabro en la clasificación general. Lemond le sacó casi un minuto en media ascensión y las últimas pendientes son para dejar clavado a cualquiera si se está en plenitud de forma. Hinault llevó ayer la carrera como le interesaba, con lentitud para llegar agrupados al Puy de Dôme. Solo que allí Lemond no le esperó. Tampoco lo hicieron muchos corredores, aquéllos a los que dejó ir en el llano y todos los que le pasaron después.

Hinault, ayer, después de haber realizado un Tour antológico, convirtió una de las etapas más famosas en algo grotesco. Cuando comenzaron la ascensión los seis escapados, con siete minutos de ventaja sobre el pelotón, la escena resultaba irreal. Iban de lado a lado y tenían dificultades con los desarrollos, pero de ese grupo iba a salir el vencedor del Puy de Dôme. Tenía que ser un cualquiera y el elegido resultó el suizo Maechler, el hombre que en la cima de Superbagnères llegó con 24.09 minutos de retraso, en la de Granon con 14.19 y en la de L'Alpe d'Huez con 19.25. El candidato a ser el ganador más digno, el francés Mottet, quedó desfondado en las primeras rampas. Y es que, a estas alturas del Tour, todos han llegado con la reserva encendida. Otros, ni eso. El escocés Robert Millar, por ejemplo, no llegó a la meta.

Agravio al Puy de Dôme

J. M. El Puy de Dôme sufrió ayer el mayor agravio de su larga historia como meta decisiva en el Tour. Es tradicional que la victoria en su cumbre esta reservada a los primeros clasificados. Allí, al menos, no puede ser primero un cualquiera. Su ascensión resulta tan dura que las grandes diferencias que produce en la clasificación general suele decidir los primeros puestos del Tour.

En el Puy de Dôme han ganado Coppi (vencedor del Tour en 1952), Bahamontes (1959) y Luis Ocaña ( 1973). Y cuando lo hicieron Julio Jiménez (1964), Gimondi (1967), Van Impe (1975), Zoetemelk (1978) y Arroyo (1983), estos corredores acabaron entre los siete primeros clasificados del Tour. Zoetemelk (1976) y Ocaña (1971) vencieron también en otra ocasión en el Puy de Dôme y un hombre poco conocido, pero gran escalador, Massignan, lo logró en 1969. En la duodécima vez que se asciende el Puy de D6me en el Tour de Francia, Maechler dio un paso histórico en su carrera.

Los españoles no tuvieron suerte en el Puy de Dôme. El primero, Iñaki Gastón, entró en el puesto 23º.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_