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Escenario de crisis

Artea, una localidad situada a una treintena de kilómetros de Bilbao, sirve de escenario terminal para las crisis del PNV porque alberga la Alderbi Etxea, la Casa del Partido. Carlos Garaikoetxea la conoce bien. Allí se celebró el 19 de diciembre de 1984 la asamblea en la que la mayoría de los representantes del partido le impusieron unas condiciones que consideró inaceptables para seguir al frente del Gobierno vasco.Ayer había cambiado el decorado. Los entusiastas del entonces lendakari, que en aquella ocasión aguantaron buena parte de la madrugada para aclamarle, no comparecieron, pese a que el semanario Euskadi, alineado con el sector oficial, advirtió que "juntas de carácter crítico preparan autobuses de cara a impedir la celebración de la asamblea".

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En cambio, el lendakari Ardanza, Xabier Arzalluz, y el presidente de la ejecutiva de Vizcaya, Jesús Insausti, fueron ovacionados por dos centenares de entusiastas. Los vehículos pasaban tan rápidos que más de uno tuvo que preguntar mientras batía palmas quién era aquél a quien homenajeaba.

La hostilidad entre ambos sectores del PNV se cebó con algunos representantes guipuzcoanos, despedidos con un corte de mangas, o con el chófer de Garaikoetxea, que fue rechazado por los conductores oficiales de todas las demás personalidades, condenado a la pública marginación y obligado a mover el automóvil del ex lendakari de un punto donde poco después aparcaba otro vehículo sin ningún problema.

Un dirigente del partido comentaba jocoso al término de la reunión que, al menos, los inevitables paragüas contra la llovizna no habían terminado empleándose como argumentos. En la crisis de 1979 como en la de 1984 algunos afiliados -en los dos casos adversarios de Arzalluz- dirimieron sus diferencias descargando con furia los paragüas sobre las cabezas de sus rivales del partido.

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