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La publicidad

Luis Gómez

El Mundial de baloncesto iba a ser el Mundial de la publicidad, pero ya no lo es. Apenas hay un anunciante oficial que muestre su satisfacción ante cómo se ha organizado su negocio. Las disputas entre anunciantes y organizadores no han cesado, y se han llegado a producir problemas incluso con el campeonato ya en marcha. Este es el único torneo en el que cohabitan dos guías oficiales, que representan a las entidades que se han enfrentado: la Federación y Expublisa, agencia publicitaria que contrató la exclusiva del torneo.La contratación publicitaria se remonta a finales de 1982, cuando la Federación Española de Baloncesto, entonces presidida por Segura de Luna, cedió a Expublisa la exclusiva de la publicidad por 200 millones de pesetas. Este contrato fue objeto de polémicas cuando alcanzó la presidencia Pedro Sust. De ser "un contrato inmejorable", según los directivos firmantes, pasó a ser "un desastre", según los actuales. Toda la gestión publicitaria quedó perjudicada desde entonces por recelos mutuos. La Federación contrataba por su cuenta y Expublisa bloqueaba los acuerdos, y viceversa. En marzo, todas las sedes firmaron un documento en el que pedían la rescisión del contrato. Expublisa sostiene que no ha podido ganar dinero y la Federación, lo contrario, que iba a ganar demasiado. Lo cierto es que, a la vista del contrato, Expublisa ha cumplido sus compromisos de pago. La Federación sostiene que en el contrato se cedián excesivas competencias.

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La situación para los anunciantes ha sido violenta. Ayer, por ejemplo, estaba previsto que todas las azafatas del pabellón de Zaragoza cambiarían sus camisetas blancas por las verdes de El Corte Inglés, ante la posible visita de un notario para tomar acta. Todas las azafatas vistieron el primer día con camisetas de dicha firma, tal y como estipulaba el contrato. Sin embargo, las autoridades locales decidieron que se vistieran con otras de color blanco con el logotipo de la sede zaragozana porque lo anterior les parecía un abuso publicitario. El Corte Inglés no pudo realizar su previsto anuncio con los jugadores porque éstos desestimaron la oferta de ocho millones y pretendían cobrar lo mismo que la selección de fútbol, 20 millones. No aceptaron la explicación de que en baloncesto el dinero se reparte entre 13 y en fútbol entre 23.

Pero seis meses antes de que comenzara el Mundial se suscitó el gran problema, cuando la UER (Unión Europea de Radiodifusión) advirtió de que existía una tajante prohibición de colocar publicidad en el centro de la cancha y en los círculos de la zona, justo los enclaves donde la publicidad es más valiosa. Incluso llegó a sugerir no admitir publicidad en los fondos y de obligar a que las vallas fueran todas sobre fondo blanco. Todos estos aspectos estaban bien detallados en el contrato del Mundial. Tras unas negociaciones no suficientemente explicadas, se aceptó la publicidad de los fondos, no sin unas arduas reuniones en las que se discutieron los centímetros de separación con respecto a la línea. Se habló de un palmo, de 50 centímetros, de un metro, y finalmente de 60 centímetros. También se aceptaron las vallas con los colores habituales de cada anunciante, pero se mantuvo el no al centro y las zonas.

Lo extraño es que Expublisa no renegoció el contrato de los 200 millones, pese a que tenía motivos para denunciarlo. Hay que tener en cuenta que dichos enclaves suponen más del 50% de lo que supone la publicidad de un partido habitual, precisamente porque es la zona de mayor visualidad, pues el juego discurre de tal forma que es imposible una toma de televisión sin que aparezca alguno de estos enclaves.

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