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MUNDOBASKET 86

Tres brasileños

VICENTE SALANER, La escuela brasileña de baloncesto tiene una virtud que comparte tan sólo con la yugoslava y con la norteamericana: llárnenla originalidad, espontaneidad, personalidad propia. Los demás países, asumen con mayor o menor énfasis los distintos elementos del baloncesto traído de la meca estadounidense; los brasileños, como los yugoslavos, tienen la desenfadada virtud de recrearlo, de reinventarlo según sus instintos.

La originalidad se revela en una característica común de estas tres escuelas baloncestísticas: su naturalidad, que se opone a las fuertes dosis de repetitividad mecánica que encierran las demás; (hasta la española, que es una de las más espontáneas). El jugador brasileño utiliza los sistemas de ataque para beneficio propio, no los ejecuta ciegamente. Sabe reaccionar con prontitud y flexibilidad -una flexibilidad de samba- a las situaciones que se presentan inesperadamente y explotar los movimientos de la defensa para sacarles provecho. Hace un baloncesto de instinto, no de libro.

En el equipo de Brasil que se va a enfrentar mañana a España por el primer puesto hay tres, jugadores que encarnan esas virtudes tan personales de la escuela carioca.

El más viejo es Marcel de Souza. Sólo tiene 30 años, Pero ya actuó -y muy bien- en, el Mundial puertorriqueño de 1974. Remotas épocas, en que Wayne Brabender y Clifford Luyk eran las figuras españolas... Marcel -1,99 metros de estatura, largos brazos, aspecto de irse a partir en dos cuando bota el balón- es un jugador completo, que tanto vale para un roto como para un descosido. Tira muy bien de tres Puntos, bota la pelota casi como un base y tiene facultades superiores a lo que su aspecto da a entender, pero ahora parece desplazado. Ley de vida, sin duda.

El siguiente es el más famoso: Óscar Schmidt, el cañonero de Caserta. Todos saben de su tiro en suspensión fácil y natural, que le permite encestar desde cualquier sitio. Lo que se olvida es que este alero de estatura ideal (2,03) y en la mejor edad para un baloncestista (28 años) empezó su carrera de aguerrido pívot, lo cual le permite defender muy eficazmente bajo el aro y rebotear como el que más. Es, muy posiblemente, el mejor alero no estadounidense del mundo.

Y el tercero es el culpable del arrinconamiento de Marcel: Paulinho Villlas Boas (1,95, 22 años). Es un auténtico funámbulo del baloncesto, un contorsionista de la entrada a canasta. No se lo pierdan: es un artista. Un brasileño.

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