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Saludo a España

THE ECONOMISTEl 23 de junio de hace medio siglo, un indeciso militar español, Francisco Franco, escribió que había intentado hacer todo lo que había estado en su mano para evitar una guerra civil que iba a desgarrar a España y que la iba a dejar en sus manos durante tres décadas y media. Esta semana, en el cincuenta aniversario de esta declaración, 29 millones de votantes españoles se despertaron y se encontraron con que habían reelegido un Gobierno socialista. (...)Hay que alabar la tranquilidad que reina en España, que incluye al joven Felipe González, y que permite que la democracia instaurada tras los Pirineos esté asentada y segura.

Las elecciones que tuvieron lugar el pasado día 22 de junio le dieron al Partido Socialista de Felipe González una mayoría absoluta con 184 escaños de un Parlamento constituído por 350, 18 menos de los que obtuvo en las pasadas elecciones de 1982, pero un gran logro tras cuatro años de aplicación de medidas económicas gladstonianas. Los españoles reconocen un buen Gobierno cuando ven uno.

El resultado parece que complace a los españoles, que prefieren el guiño del ojo supuestamente socialista de Felipe González al aspecto de intentar cambiar que presentan tanto Manuel Fraga como Adolfo Suárez.

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El resultado de las urnas hace pensar sobre tres cosas acerca de cómo se está desarrollando la democracia en España después del júbilo desatado en el período inmediatamente posterior a la muerte de Franco, y sobre una cosa más amplia acerca de la propia España. La vieja izquierda marxista, que había pensado reclutar militantes entre los socialistas desilusionados por la tibieza política de González, no consiguieron más que tres escaños extras, logrando llegar a siete. (...) El segundo cambio consiste en la lenta centrifugación del nacionalismo del país. El partido moderado nacionalista catalán obtuvo buen resultado, pero eso no quiere decir mucho. Más preocupante es el éxito en el País Vasco de Herri Batasuna, el portavoz político de la organización terrorista vasca ETA, que logró tres escaños más, con un total de cinco. Este resultado no va a impulsar a ETA precisamente a dejar de disparar sus armas.

Esta elecciones también han dado motivos para pensar a los españoles. El incansable gallego Manuel Fraga no pudo superar los resultados obtenidos por su Alianza Popular en 1982. La razón principal parece estribar en seguir siendo asociado a la antigua España. Los demócratas españoles tienen razones de sobra para estarle agradecidos al ex ministro de Franco, quien se encargó de convencer a sus colegas de antaño de la necesidad de apoyar la democracia, incluso con un Gobierno socialista. Pero a Manuel Fraga ya se le ha pasado su momento. El ciudadano medio que no votó a los socialistas, lo hizo al anterior primer ministro de un Gobierno de centro, Adolfo Suárez, que fue el que condujo a España a la democracia a finales de los 70. De dos, escaños consiguió subir hasta diecinueve. Aún así, todavía está muy lejos de significar una alternativa real a Felipe González. La mejor apuesta para la derecha la podría constituir una alianza entre Suárez y un más joven líder de Alianza Popular que fuera post franquista.

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