Tres, dos., uno
Tres. Los bases. Chichi Creus, Nacho Solozábal y Joaquín Costa. Desde la retirada de jugador madridista Juan Corbalán hace dos años, es el puesto más controvertido y polémico de la selección nacional. La forma de jugar de nuestro conjunto con relación a las funciones asignadas a cada uno de los diferentes puestos se mantiene invariable ante nuevas tendencias desarrolladas en los últimos tiempos por algunos otros equipos.Esto acrecienta la responsabilidad del base único. Por si no fuera suficiente, la labor del base depende en gran medida del rendimiento de los demás componentes del equipo. Un buen pase en contraataque o hacia un pivot en ventaja no tiene traducción inmediata, sino que queda en suspenso hasta la culminación de la jugada.
La labor del base no queda muchas veces concretada en números -incluso para Manolo Ducados Padilla-, lo que hace dificil una valoración clara y objetiva de su labor.
España cuenta con tres buenos bases. Se trata de hombres rápidos, agresivos y magníficos directores. Sólo tienen dos pegas: demasiada homegeneidad de carácter y una cierta falta de estatura. Esta merma de altura puede ser un problema ante jugadores como Valters o Petrovic, pero la desventaja puede suplirse con su mayor rapidez y agresividad.
Si el resto de la selección, incluido el propio seleccionador, Antonio Díaz Miguel, logra infundirles la confianza necesaria y precisa, su rendimiento puede ser muy positivo para el equipo.
Dos. Fernando Martín y Epi, o Epi y Fernando Martín, para evitar susceptibilidades. Los dos mejores jugadores nacionales de la década de los ochenta. Los teóricos líderes. Su liderazgo no tiene que limitarse al juego propiamente dicho, sino que han de convertirse en los motores anímicos del equipo.
La disposición fisica, y mental de los dos jugadores -sin desmerecer la labor del resto de los compañeros de equipo- condiciona en gran parte el papel de España en el presente Mundobasket. Ahora bien, un liderazgo bicéfalo tiene sus problemas, que deberán superar, de producirse, en favor del conjunto.
Uno. El seleccionador. Para muchos, el mejor posible. Cuenta, según sus propias declaraciones, con 12 titulares. El ambiente -a diferencia de otros años, ausentes teóricos sectores críticos- es magnífico. Su apoyo técnico y hunlano -Lluís, Wayne, Cristóbal, el incombustible Manolo y el Romano- es de indudable y reconocida ayuda. En la habilidad de Antonio Díaz Miguelpara conjugar todos estos elementos descansan las posíbilidades de la selección española de responder al desafío que le plantea este campeonato. Mimbre sobra para hacer una buena y perfecta cesta.
El campeonato nos irá dando otras variables importantes, pero a priori un buen rendimiento de estos tres factores es necesario para que al final del cuento el lobo no se coma a Caperucita.
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