Martina Navratilova gana por séptima vez el Torneo de Wimbledon

ENVIADO ESPECIAL, Martina Navratilova, estadounidense de origen checoslovaco, ganó su séptimo título de Wimbledon tras batir a la checoslovaca Hana Mandlikova por 7-6 (7-1) y 6-3. Martina, de 29 años, cobró por esta victoria 28,5 millones de pesetas, y se coloca a sólo un título de la norteamericana Helen Moody, que consiguió ocho entre 1927 y 1938. Javier Sánchez Vicario jugará hoy la final individual juvenil tras ganar ayer al también español Tomás Carbonell por 7-5 y 76.

Martina Navratilova rompe récords. Ayer, al ganar a Mandlikova, se apuntó su decimocuarto título en Wimbledon -siete individuales, seis dobles y uno mixto- a falta de las finales de dobles y mixtos que aún no había disputado. Cada día se acerca más a Billie Jean King, que tiene el récord con 20 títulos. Además, suma 29 títulos del Grand Slam. Por primera vez, Martina jugó la final ante una jugadora de saque y volea. Las seis victorias anteriores las había conseguido ante jugadoras de fondo -cinco ante Chris Evert y una ante Andrea Jaeger- Ese reciclaje mental -Martina no ha jugado contra ninguna jugadora de saque y volea en todo el torneo- le costó perder la iniciativa en los primeros juegos. Jugando un tenis perfecto, con un primer saque profundo y fuerte, Hana Mandlikova se escapó con una ventaja de 3-0 y 5-2. Martina, siempre orgullosa, hacía gestos de incredulidad. Hana, cuando tenía 11 años, recogía las pelotas a Martina en Praga, y ahora se "vengaba" pasando por todas partes a su rival. Pero Hana es una jugadora frágil, sin la capacidad de trasladar su ambición a la raqueta durante todo el partido. Ayer comenzó a preocuparse por el estado resbaladizo de la pista -llovió antes del partido-, y decidió cambiarse las zapatillas con 5-2 a su favor. Curiosamente, a partir de entonces perdió la iniciativa. Martina le rompió el servicio con 5-3 en el marcador, y forzó una "muerte súbita" que ganó con autoridad.Martina juega peor, acelerada en sus golpes, cuando se siente presionada, lo que ocurre pocas veces, pero cuando "huele" la victoria es implacable. Su juego, además, parece haberse dibujado especialmente para la hierba de Wimbledon. Zurda, saca con fuerza en el primer servicio y con picardía en el segundo; sube a la red con velocidad y machaca las voleas sin pudor. Todas estas virtudes salieron a la luz en la segunda manga, cuando Hana volvió a su papel original de recogepelotas. Martina rompió el servicio de Hána en el cuarto juego, mantuvo el porcentaje de primeros servicios sobre el 80%, y acabó el set y el partido en 29 minutos, salvando con un ace en el último juego una bola de Hana para romperle el saque.

Luego, tras recibir el trofeo de manos de Kitty Goddfried, la ganadora más antigua de Wimbledon aún viva - 1924 y 1926Martina se puso seria: "Este torneo es el más importante para mí. Quiero batir el récord de títulos individuales, y tengo aún dos o tres años para conseguirlo".

Hoy, Becker-Lendl

El alemán occidental Boris Becker, de 18 años, defenderá a partir de las 15.00 horas (TVE-1) su título de campeón de Winibledon. Su rival no podía ser mejor; el checo Ivan Lendl, el mejor jugador del mundo. Los neonostálgicos echarán en falta a John McEnroe, aún indeciso sobre su carrera, quizás el jugador que ha brindado finales más espectaculares en Wimbledon.

Los que quieran disfrutar de un tenis de toque no van a tener suerte. Antes del partido, todos los pronósticos apuntan hacia un duelo entre "bombarderos". El que saque mejor tendrá todas las posibilidades de ganar. La única arma capaz de contrarrestar en la hierba la potencia de un servicio es, precisamente, el resto. Jimmy Connors, por ejemplo, tiene fama de ser el mejor restador del mundo. Boris Becker ha aprendido a restar, seguramente gracias a sus entrenamientos contra el "cañonero" Zivojinovic, y eso puede darle una cierta ventaja ante Lendl, que no ha dado señales de haber aprendido esta técnica. En la red, Becker es claramente superior. Acude a ella más relajado, más seguro dé sí mismo. Lendl parece molesto por un tipo de juego que nunca le ha ido. Él prefiere quedarse atrás.