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Reportaje:

La guerra de la 'ikastola'

Imparables enfrentamientos entre padres de alumnos y maestros de una escuela vasca de Vitoria

¿Qué pensaría usted de una escuela en la que el grito de guerra pronunciado por una mayoría de padres fuera chaval fracasado, profesor colgado? Dieciséis maestros de la ikastola (escuela vasca) pública Toki Eder, de Vitoria, se han enfrentado durante meses a una situación de violencia. Ahora, mes y medio después de que iniciaran una huelga para denunciar el conflicto, los padres se han adueñado de la situación, cubren las horas lectivas como si de un centro privado se tratara y proponen un traslado masivo de todo el claustro por entender que está en contra del denominado proyecto de Toki Eder.

El Gobierno vasco, del que depende el centro, dejó hacer durante cinco semanas, por más que su intervención ha sido solicitada por todas las partes. En plenas vacaciones, el Ejecutivo ha publicado en la Prensa local un comunicado en el que llama a la concordia y propone una comisión mixta conciliadora, y que los padres no se inmiscuyan en el proceso educativo.Nacida y mantenida gracias a un proceso reivindicativo asumido por padres y fuerzas de la izquierda abertzale, la ikastola Toki Eder es la única de Vitoria en la que se aplica el llamado modelo D (enseñanza totalmente en euskera). Perteneciente primero a la Diputación Foral de Álava, y posteriormente, gracias al proceso de transferencias, al Gobierno vasco, el centro se ha visto sacudido a lo largo de su corta historia (el curso más alto que se imparte es sexto de EGB) por numerosos conflictos.

Tras su creación se produjo el encierro de los cien días, que condujo a la obtención de centro propio. A continuación hubo problemas entre los padres. Después aumentó la angustia debido a la colocación de una bomba en el coche de un padre afín a la línea marcada por la junta de padres, instancia que hoy domina el centro; ahora, tras la denuncia efectuada a finales de febrero por la edición alavesa del periódico Deia, la huelga de profesores.

Nada es normal. Nadie sabe explicar el fondo del conflicto. Unos, afanosos por simplificar el problema, creen ver en Toki Eder un pequeño reino de taifas en el que la izquierda radical, representada por la coalición Herri Batasuna, libra su lucha particular; no en vano los dos grupos de padres cuentan en sus filas con destacados líderes, enfrentados entre sí, de la coalición abertzale. Otros, los más, piensan que lo que está en debate es la autonomía del claustro, defendida por unos padres y sojuzgada por otros, y por fin, otros, la sociedad alavesa, contemplan atónitos cómo los más de 350 niños matriculados en el centro van a ver pasar este año en blanco.

Lo grave, y así lo reconocen tanto los padres que piden el cambio de claustro como los que apoyan a los profesores, es que el conflicto ha descendido a los propios niños. El rosario de anécdotas es interminable: ciertos padres abuchean a niños favorables a los profesores; algunos progenitores amenazaron a un profesor con tirarlo por la ventana si no se iba de la ikastola; la cazadora de un padre resultó rota por la acción de algunos violentos que le cercaron en el interior del centro; son habituales las llamadas telefónicas amenazadoras a padres...

Y ante todo esto, pasividad de la Administración, que por cauces reglamentarios se ha limitado a colocar un árbitro que apacigüe a unos y a otros y que impida esta crispación con su presencia. El Gobierno vasco dice que el actual director de la ikastola, el único que apoya a los padres que han ocupado el centro, ha sido elegido por el sistema correcto y que la huelga mantenida por los profesores es ilegal.

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Hay quien piensa que la posible utilización de métodos violentos, como los usados en su día contra el diputado general de Álava o el diputado de Educación, hace que la Administración mantenga su tibieza porque nadie quiere convertirse en chivo expiatorio. Mientras Toki Eder perteneció a la Diputación, el diputado general Ollora fue perseguido en numerosas ocasiones hasta su domicilio; algunos padres pintaron las ventanas de su vivienda y otros amedrentaron a sus hijos.

Ahora mismo los niños están de vacaciones. Pero mañana lunes, 7 de abril, la reanudación las actividades de las clases puede traer la reanudación de las hostilidades. Y lo más curioso es que ambas partes están de acuerdo en las líneas básicas que deben presidir las actividades del centro: la ikastola tiene que ser, según todos, pública, euskaldún, única y pluralista. Pero las discrepancias están a flor de piel.

Tan a la vista que cuando los profesores cumplieron su tercera semana de huelga optaron por impartir las clases en otro edificio distinto al del centro. Hoy los niños se dividen entre los que van a Toki Eder (donde los padres organizan distintas actividades para no perder el tiempo) y los que acuden a una casona restaurada por el Ayuntamiento de Vitoria.

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