El Atlético se estrello contra un 'señor' equipo
El Atlético, se estrelló contra un senor equipo. El Zaragoza no se queda sólo en la calidad de su cerebro internacicinal, don Juan Antonio Señor, shio, que exhibe buenas formas y perfecta direczión desde el banquillo, encaminada siempre a que el pequeño Señor conduzca a sus compañeros, e impuso su autoridad defensiva en el segundo tiempo, cuando el Atlético se le echó encima.El equipo de Luis Aragonés perdió anoche su tercer partido del campeonato en el Calderón
-Real Madrid y Valladolid ya se lo habían conseguido-e hizo que su afición se contentara con aplaudir los goles del Las Palmas al Madrid y que volviera a sentir complejo de persecución por un arbitraje puntilloso con el Atlético, pero en modo alguno injusto en una alarmante sensación de impotencia y despersonalización.
El partido puede servir como perfecto manual de lo poco que valen, a veces, las referencias técnicas en vestuarios, y, paradójicamente, de lo que un buen entrenador como Luis Costa anoche puede conseguir en momentos de ínspiración. Porque la clave consistía en quien sería capaz de desviar de su ruta a los conductores, a Landáburu y a Señor. Luis Aragonés ordenó a Marina la vigilancia de Señor, pero Luis Costa encargó a su propio cerebro que cortara él mismo las salidas de Landáburu, y, de paso, que Juan Carlos controlara a Marina. Con lo que Marina, que atravesaba un espléndido momento de forma, tuvo fases de no saber si se iba a por uno u otro y resultó finalmente atropellado.
Luis Costa lo hizo aúq mejor tras el descanso. Dejó en vestuarios a Juan Carlos, un medio, y sacó a Ayneto, un delantero, modificó totalmente su estrategia. Pasó a utilizar a tres puntas -Ayneto, Rubén Sosa y Pineda-, con lo que fijó así la posición de Julio Prieto, que no es un lateral nato y fue desbordado más de la cuenta, y evitó sus salidas por la derecha, si bien llegado este punto hay que convenir que Julio Prieto ayudó lo suyo a Luis Costa con su negra noche. Y logró su más ansiada meta: quitarle a Señor el molesto marcaje de Marina, por fin, y -mover a su antojo el centro del campo fijando a las parejas Señor-Landáburu y Marina-Herrera.
Dicho todo esto, cabe reseñar que, pese a estos buenos fundamentos, tácticos, el Zaragoza se vio más agobiado justo en esos momentos teóricos de feliz perfección estratégica. Hasta el punto de que el Atlético, movido a los impulsos de Quique y del propio Landáburu, perdió hasta cuatro claras ocasiones para haber empatado antes del 0-2. Y, además, Señor y Landáburu fueron los mejores, con lo que aumenta la terrible duda sobre la trascendencia de los técnicos. Y Luis Aragonés debe buscar fórmulas para que alguien entre por los extremos. O eso, o no habrá ni clasificación para la UEFA.
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