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Reportaje:CONFLICTOS DE FAMILIA

La difícil 'cohabitación' de la izquierda en el PSOE

Incertidumbre sobre las anunciadas sanciones a los partidarios del 'no' a la OTAN

Abril va a ser un mes clave para la historia y el futuro del PSOE. La familia socialista, partido y sindicato, deberá dilucidar, apenas 15 días después del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, si es o no posible una opción de izquierdas en su seno respecto a las posiciones mayoritarias y a la dirección de ambas organizaciones. El fantasma de las posibles sanciones por indisciplina a destacados miembros de la corriente Izquierda Socialista y a los contestatarios del sindicato UGT no entraña el más mínimo riesgo para un amplio éxito del PSOE en las inmediatas elecciones legislativas, pero sí puede suponer una quiebra definitiva en la tradicional cultura de izquierdas del socialismo y en las señas de identidad del partido fundado hace más de 100 años por Pablo Iglesias.

"Guillermo, este es el mayor triunfo que hemos tenido desde Suresnes", le comentó Alejandro Cercas, en la noche de la victoria del sí en el referéndum, a Galeote, responsable de la campana, miembro de la ejecutiva del PSOE y pieza clave en el reducido grupo de jóvenes profesionales que dirige sin interrupción desde 1974 -en que desbancaron al histórico Rodolfo Llopis de la secretaría general- los destinos, la estrategia y la evolución ideológica del histórico partido.El PSOE, en tan sólo 12 años, ha pasado de ser un pequeño grupo de exiliados y clandestinos a conseguir el respaldo de 10 millones de votos, a convertirse en la principal fuerza vertebradora de la sociedad española y a desempeñar el gobierno de la nación. En el camino, en esta carrera triunfal, se ha postergado el republicanismo fundacional., se ha tirado por la borda el marxismo, se ha optado por el sistema de economía liberal y, como colofón, en los últimos tiempos se ha abandonado el neutralismo y se ha propugnado la integración en la OTAN.

La pérdida de estos lastres ideológicos, para algunos, o de estas señales de identidad, para otros, ha provocado fuertes tensiones internas y resistencias en el seno de la familia socialista en varios momentos concretos de esta triunfal trayectoria: el 28º Congreso del PSOE, en el que Felipe González amenazó por primera vez con su dimisión y logró trocar la oposición al abandono del marxismo en adhesión a su persona y a sus tesis en favor de la eliminación del mismo, y el reciente cambio de postura en relación con la permanencia en la OTAN.

Izquierda Socialista

Todas estas crisis se han decanta do siempre a favor de las tesis de la dirección del partido, que ha logrado el respaldo monolítico o la adhesión -que ambos términos se utilizan internamente en el análisis de esta evolución- de la mayoría de los afiliados, y en detrimento de pequeñas minorías que por su fidelidad a posiciones tradicionales del PSOE, por reivindicación de una personalidad colectiva diferenciada (los socialistas catalanes) o por su postergación en listas electorales o en el reparto de cargos han mantenido una actitud crítica. Algunos de estos sectores contestaron la falta de pluralidad y de debate en el seno del PSOE con su no asistencia al 292 Congreso del partido, en octubre de 1981, que resultó un congreso a la búlgara, en el que las resoluciones se aprobaron por unanimidad.

Esta autoexclusión de los críticos y la escasamente deseable imagen pública de monolitismo y falta de debate provoca una reforma orgánica, promovida desde la propia dirección, que permite la existencia de corrientes dentro del PSOE y corrige el sistema de represeintación mayoritaria en los congresos y en los órganos directivos del partido. La legalización de las corrientes de opinión y la introducción de algunos baremos de proporcionalidad en los sistemas mayoritarios de representación facilitan la reincorporación de los críticos a la vida activa.

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Luis Gómez Llorente, uno de los pocos socialistas contemporáneos españoles con alguna aportación histórica y teórica sobre el movimiento obrero y el socialismo, se retira a la actividad académica y permanece en silencio desde entonces, a pesar de los múltiples llamamientos para que se reincorpore a la política activa, como una referencia ética del partido. Otras personalidades, como Manuel de la Rocha, Pablo Castellano, Carlos López Riaño o Antonio García Santesmases, encabezarán la nueva corriente Izquierda Socialista y tratarán de dar una coherencia ideológica y una presencia pública e interna a este sector crítico, muy pluriforme.

Y llega la transformación atlantista del presidente González, que la anuncia primero a la sociedad (presentación en las Cortes del decálogo sobre política de seguridad, el 29 de octubre de 1985) y después al 30º Congreso del PSOE, en diciembre. Pese a la resistencia de los críticos, y aunque existe un pronunciamiento congresual de UGT contrario a la OTAN, la tesis de Felipe González vuelve a triunfar. Izquierda Socialista pierde su batalla, pero obtiene 21 puestos en el Comité Federal del PSOE.

Se convoca el referéndum, y las contradicciones internas se acrecientan entre los mayoritarios, Izquierda Socialista y determinados líderes sindicales en el fragor de una campaña que afronta en solitario el PSOE, y que durante varios días ofrece una evolución de la opinión pública, no prevista por los estrategas de la convocatoria, hacia el triunfo del no. Los llamamientos a la familia socialista a cerrar filas en torno a Felipe González y al sí a la OTAN hacen más evidentes los pronunciamientos contrarios de algunos líderes de Izquierda Socialista, que desatienden los acuerdos del partido en este tema y desafian las advertencias sobre posibles sanciones.

La asistencia de algunos de estos afiliados a actos por la salida de la OTAN, el empleo de un video con declaraciones de Pablo Castellano en la campaña por el no y las declaraciones públicas de algunos más (pese a que Izquierda Socialista había decidido no hacer campaña en contra) exasperan a la dirección del PSOE y a muchos militantes que se han pasado 20 días "sudando la camiseta" (en palabras de Alfonso Guerra) para evitar la derrota del Gobierno.

Lo primero es antes

Tras el triunfo del sí a la OTAN, el 12 de marzo, algunas voces vuelven a pedir sanciones contra quienes desde dentro del PSOE combatieron esta opción. Izquierda Socialista, censciente de este clima, se reúne el fin de semana pasado -cuatro días después del referéndum-, y algunos de sus miembros contemplan, sin crispación, la posibilidad de escindirse del partido; otros, en cambio, sostienen que la escisión, si llegara a producirse, sería obra de la propia ejecutiva del PSOE, a través de las sanciones que acordase. A la espera de los acontecimientos, Izquierda Socialista se autoconvoca en asamblea para el 26 de abril y aprueba unas resoluciones en las que mantiene su apoyo a las posturas mayoritarias del partido, pero advierte que no puede desconocerse la existencia de un voto de izquierda -transparente en el referéndum- que puede no ser controlado ni capitalizado por el PSOE.

El lunes 17 de marzo, cinco días después del referéndum y un día después de la reunión citada de Izquierda Socialista, el PSOE celebra ejecutiva federal. Pedro Bofill, su portavoz, manifiesta al terminar la reunión que la ejecutiva se ha dedicado exclusivamente a valorar los resultados del rel'eréndum y que no ha pasado a considerar medidas disciplinarias contra los desobedientes. Las consignas de que los ánimos están serenos y sosegados en la dirección del PSOE, repetidas por dilstintos ejecutivos, y las palabras ole Bofill no han sido suficientes para tranquilizar a los miembros de Izquierda Socialista. La propia Carmen García Bloise, encargada del área de conflictos, había manifestado a los periodistas que "situaciones como las vividas no pueden repetirse porque merman la credibilidad del partido". Para añadir que el partido, a propuesta del secretario de organización, "debe adoptar las medidas políticas necesarias; con los estatutos en la mano, estos compañeros se han automarginado, pero en este caso habrá que hacer un análisis político de lo que corresponde".

Carlos López Riaño y Antonio García Santesmases no las tienen todas consigo y recuerdan que lo primero es antes. "Fue el compañero Felipe González quien primero desobedeció la disciplina del partido al pronunciarse públicamente a favor de la OTAN cuando todavía estaban vigentes las resoluciones del 29º Congreso del PSOE, contrarias a la Alianza Atlántica. Los que hablan ahora de sancionarnos no fueron capaces de llevar al compañero González a la comisión de conflictos".

Incertidumbre

La convocatoria de un comité federal extraordinario, que es el máximo órgano del PSOE entre congresos, para el 11 de abril (seis días después de que finalice el congreso de UGT) impone un compás de espera, aunque los temas previstos para la citada reunión -examen del programa electoral y listas- provocan una cierta incertidumbre en Izquierda Socialista. "Podrían suspendernos de militancia, aprovechando la Semana Santa, para evitar que los 21 miembros de Izquierda Socialista estemos presentes en el confederal, ya que si asistimos no vamos a callarnos, y tampoco vamos a dejar que se excluya arbitrariamente a miembros de nuestra corriente de Ias listas electorales", afirma García Santesmases.

Para este dirigente y para López Riaño, Izquierda Socialista debe permanecer en el PSOE, "pero no a cualquier precio".

Creen que cuentan con una marca prestigiada, Izquierda Socialista, y que en el peor de los casos hay un espacio para trabajar fuera del PSOE. Manuel de la Rocha no comparte este último punto del análisis. Sobre si es posible o no una opción de izquierdas dentro del PSOE, García Santesmases y López Riaño afirman que "los grandes debates sobre el modelo de sociedad están ya cerrados dentro del PSOE con la Constitución, la aceptación de la economía de mercado, la pertenencia a la Comunidad Europea y la integración de España en la OTAN. A la izquierda, dentro del PSOE, sólo nos quedan debates sectoriales: política educativa, justicia, etcétera. Los otros temas se han cerrado definitivamente sin que se hayan tenido para nada en cuenta las posturas de la izquierda del partido, y eso no pasa en ningún otro partido socialista europeo". Piensan también que hasta ahora, para negociar con la Comunidad Europea o Estados Unidos, la existericia de Izquierda Socialista dentro del PSOE ha podido serle útil a Felipe González, "pero ahora. no le somos necesarios". Y las otras referencias de izquierda, las que pueden representar Joaquín Leguina y algunos sectores de los socialistas catalanes, también han sido claramente postergadas en los últimos tiempos. En definitiva, más allá de la venganza posible por las actitudes de unos pocos ante el referéndum, el PSOE se juega. en estos momentos la identidad y el pluralismo propio de los partidos socialistas. Y esto lo saben algunos dirigentes del PSOE y pesa en su ánimo. De ahí el que no se hayan producido todavía suspensiones y el que muy probablemente, se trate de evitar cualquier decisión que rompa la unidad del partido.

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