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Tribuna:EL FUTURO DE LAS ASOCIACIONES DE VECINOS
Tribuna
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Una realidad pensando en el mañana

Dieciocho años es un período suficientemente dilatado como para reconocer la entidad y razón de ser de cualquier movimiento o realidad asociativa. Éstos son los años de existencia de las asociaciones de vecinos (AA VV). Un movimiento urbano concebido para organizar a los vecinos y reivindicar mejores condiciones de vida en todos los ámbitos.Ayer fue la vivienda, la educación, la sanidad, las libertades, la respuesta ante la carestía o la represión. Hoy, las AAVV mantienen los elementos básicos de la reivindicación en una coyuntura política cualitativamente diferente. Se han acentuado también, desde los barrios, los aspectos lúdicos y culturales, aunque la crisis económica y las frustraciones políticas mantengan vigentes los problemas del paro e incrementen las situaciones de marginalidad, drogadicción e inseguridad.

Desde el primer momento, las AA VV has resultado molestas. Las sucesivas administraciones se han rendido a la evidencia de que era necesario contar con ellas a la hora de dar efectiva salida a los problemas; sin embargo, siempre que han podido han procurado marginarlas.

Han sido marginadas en la Constitución, en mérito de otras asociaciones que, come las de consumidores o las de padres de alumnos, han merecido el reconocimiento formal y la ayuda real -varios cientos de millones- de las instituciones. A la hora de la verdad, las AA VV se han quedado "compuestas y sin pareja", buscándose la vida a contracorriente de las modas y favores oficiales.

En cuanto a la salud política, hay que señalar un cuadro clínico moderadamente optimista. Todavía prestan su apoyo a las AA VV cerca de un millón de ciudadanos que mantienen abiertos más de 3.000 locales en todo el país, que en su mayor parte son centros de participación ciudadana y democracia directa. Nunca nadie ha hecho tanto, cuantitativa y cualitativamente hablando, para consolidar las prácticas democráticas del vecino de a pie.

Romper la dinámica actual

Las AA VV de Madrid hemos celebrado el mes pasado nuestro primer congreso, en un intento voluntarioso de romper con la dinámica habitual y la falta de perspectivas políticas que de unos años para acá compromete el futuro del movimiento vecinal. Al congreso asistieron algo más de 150 AA VV, a las que les cabe el honor de haber protagonizado la contestación vecinal en aras de unas ciudades más humanas y más dignas.Madrid ha sido siempre una aventajada en la tarea de consolidar los movimientos ciudadanos.

De ahí que todas las AA VV del Estado sigan con especial atención las conclusiones y los cambios de rumbo del movimiento vecinal.

Muchos e importantes son los temas a los que deben prestar atención las AA VV. Nuestra entrada en Europa nos concierta con los grandes movimientos por la mejora de la calidad de vida. Son muchos años de ventaja en la práctica democrática de las que, salvando nuestras peculiaridades, podemos aprender mucho.

La crisis del Estado del bienestar ha producido importantes reajustes que inciden gravosamente en la reducción del salario indirecto de los trabajadores. En ese contexto existen lecturas -incluso entre los ideólogos del eurocomunismo- que hablan de la aplicación de medidas de austeridad que implican al urbanismo, a los servicios y, en general, a las prestaciones sociales.

Cada vez más nos debe preocupar el deterioro social. Es una situación de pudrimiento en la que cada vez se cuestionan más los valores democráticos y se asientan posiciones antisociales que hacen de la marginalidad una razón de ser. Es preciso, igualmente, captar las tendencias crecientes de la sociedad española hacia el ocio y el bienestar social enmendando la práctica diaria de algunas AA VV.

Urge un cambio radical

Tres tentaciones fundamentales limitan el presente -y ojalá no- el futuro de las asociaciones. En primer lugar, su tendencia a encerrarse en el propio barrio sin valorar la interrelación de la ciudad, la necesidad de encontrar respuestas a los grandes problemas que supeditan el cambio de las condiciones de vida. Hay una escasa visión colectiva del modelo de ciudad que deben preconizar las AA VV. Es evidente que existen intuiciones importantes -"debe ser solidaria, anticonsumista, que no favorezca los monopolios, que fomente la cooperación, que no sea discriminatoria entre unas y otras realidades sociales"-, pero no son suficientes.En segundo lugar, la obsesión por la valoración de que " aquí no ha cambiado nada", lo que lleva a un sector del movimiento vecinal a la reivindicatitis y al enfrentamiento. Obsesión que en dosis adecuada fortalece al movimiento vecinal y que en exceso aleja a las AA VV de la realidad de los ciudadanos.

En tercer lugar, el intento de hegemonizar el movimiento, por parte de algunos partidos, que se manifiesta en la continua injerencia en la dinámica habitual de las AA VV. Pero que nadie se llame a engaño. Las AA VV son una realidad y la incidencia de los militantes políticos en esa realidad es cuantitativamente insignificante, aunque cualitativamente se exprese de forma destacada.

Por el bien de las AA VV hay que exigir a los partidos que respeten la autonomía y la capacidad de independencia del propio movimiento. Que no conviertan en campo de batalla a las asociaciones a propósito de unas elecciones generales, un referéndiam o cualquier otra contingencia política.

El Gobierno socialista tiene una deuda pendiente con el movimiento vecinal, y va siendo el momento que la salde prestando el apoyo económico a tan ardua actividad democrática y el respaldo legal al carácter de utilidad pública de las asociaciones. Guste ono, a través de las AA VV se manifiesta un sector consciente y organizado de nuestra sociedad que está contribuyendo de forma decisiva a la recomposición social y ala organización de un extenso, pliaral, y sugerente tejido asociativo.

José Molina Blázquez es vicepresidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid.

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