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Moisés Hassan

El alcalde de Managua, en la vanguardia de la revolución sandinista profesa cierto cariño por el pueblo norteamericano

Moisés Hassan, nuevo alcalde de Managua, está de viaje por Europa para informar de la revolución sandinista y comprobar la marcha de los Hermanamientos de su ciudad con Hospitalet de Llobregat, Amsterdam y, dentro de poco, Londres. Hassan, hijo de un emigrante palestino a Nicaragua, lleva años en la lucha política, primero contra el régimen de Somoza y ahora contra Estados Unidos, lo cual no le impide expresar cierto cariño por el pueblo norteamericano, donde ganó un doctorado en Física.

Hassan, que está casado y tiene tres hijos de corta edad, tomó parte en Madrid en un simposio sobre Managua, una ciudad por hacer. "Efectivamente, la capital está sin terminar", dijo el alcalde. "Primero fue el terremoto de 1972; después, los bombardeos somocistas contra los sandinistas, y ahora la lucha contra la agresión de Reagan". Hassan reconoce que hay problemas de transporte, agua, iluminación y sanidad. "Hay incomodidades, dificultades, pero la gente vive, se divierte".Hassan nació en Managua hace 43 años, el segundo de seis hijos de una madre nicaragüense y un padre emigrado desde Palestina. A pesar de ser "de la clase media baja" -su padre tenía -una pequeña tienda- estudió en colegios religiosos y terminó la carrera de ingeniería civil en la universidad Nacional Autónoma, de Nicaragua. Con una beca de la Alianza para el Progreso norteamericana, pasó cuatro años en la universidad estatal de Carolina del Norte, donde obtuvo un Doctorado en Física. Alternó estos estudios con dos años como profesor en Managua, hasta llegar a ser decano de la facultad de Ciencias Básicas en 1971.

"Yo no podría vivir en la sociedad norteamericana, pero tengo una alta opinión del típico hombre americano", dijo Hassan. "Son abiertos, buenos trabajadores, rasgos que estimo. Yo tenía buenos amigos americanos y, cosa difícil de creer, una vez hasta llegué a sentir cierta nostalgia por aquello". Lo que Hassan no tolera es "su ingenuidad política y chovinismo, que los políticos profesionales explotan para meterse en aventuras que no respetan a los otros seres humanos".

Hassan entró pronto en la lucha política. Su currículo resume no sólo la ambición de un hombre, sino la reciente historia política nicaragüense: miembro de la Juventud Patriótica Nicaragüense, del Frente Sandinista, del Movimiento del Pueblo Unido y del Frente Patriótico Nacional, y, tras la caída del dictador, miembro también de la Junta del Gobierno. Después fue ministro de Construcción y viceministro del Interior hasta hace seis meses, ser nombrado alcalde, un cargo con rango ministerial. "También soy presidente del Comité Olímpico de Nicaragua", añade con un tono algo orgulloso.

Inevitablemente, la conversación se hace política. Hassan insiste en que los sandinistas "no son comunistas en sus hechos", puesto que están permitidos los partidos políticos, una economía mixta y la libertad religiosa. "Si no hay libertad de prensa es porque estamos en guerra, y ningún país en guerra tiene esa libertad".

Hassan, preguntado sobre la posibilidad de una invasión norteamericana, contesta que es un peligro real. Y observa, con cierta ironía, que los invasores serían las unidades de intervención rápida, de la base de Fort Bragg, en Carolina del Norte, muy cerca de donde pasó aquellos años tan agradables.

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