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Fuertes medidas de seguridad en las instalaciones

Los rigurosos controles en los accesos a la zona industrial de La Muñoza, donde están instalados los hangares 4 y 5 de Iberia en de Barajas, recuerdan las medidas excepcionales que se adoptan a la entrada de recintos militares. El amplio complejo industrial, situado al norte del aeropuerto, da cabida a dos hangares -los números 4 y 5-, talleres de mantenimiento y motores y departamentos de informática y comunicaciones.

El recinto está rodeado por una valla, por lo que sólo es posible acceder a él pasando por el control de identificación en la entrada. Los técnicos en seguridad distinguen entre permisos de existencia, para personas ajenas a las instalaciones, y de permanencia, para el personal.

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En el interior del recinto existen también fuertes medidas de seguridad. Señales de alarma, controles, posiciones de vigilancia especial y coches patrulla son parte de los dispositivos desplegados.

Personal contratado

Unas 60 personas, según fuentes de Iberia, trabajan para garantizar la seguridad en el complejo de La Muñoza. Aproximadamente el 70% está cubierto con personal de la propia compañía, el resto es personal contratado. Las mismas fuentes señalaron que las medidas de seguridad "son muy rigurosas, por lo que sólo ha sido necesario reforzar la vigilancia en algunos puntos".Una de las primeras medidas de control adoptada hace dos semanas fue el facilitar chapas de identificación a los técnicos de mantenimiento, de forma que los vigilantes sepan "que cada uno está en su sitio", según afirma un especialista. "A veces", añade, "resulta opresivo trabajar así, pero la mayoría lo acepta como algo comprensible en situaciones como ésta".

Las pruebas de mantenimiento de los aviones han sido también reforzadas. Según un técnico de la compañía, "las revisiones de mantenimiento medio, por la que pasaban los dos aviones saboteados, se han completado con pruebas que hasta ahora sólo se hacían en las grandes revisiones. Se ha duplicado el número de pruebas funcionales y se ha reforzado la inspección visual de las piezas vitales".

Los dos aviones en los que se detectaron casos de sabotaje fueron revisados nuevamente y pasaron por una prueba de vuelo sin pasajeros antes de abandonar los hangares. Sus piezas vitales fueron sometidas, como las de los aviones que pasan por una gran revisión -entre las 12.000 y las 22.000 horas de vuelo- a una observación minuciosa con instrumentos de ultrasonido y radiografías.

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