Una tensión insostenible
El complicado noviazgo entre Luis y el Madrid ha quedado roto. La directiva de Ramón Mendoza intentó contratar al entrenador del Atlético desde que se hizo cargo del club, allá por la primavera pasada. El técnico, por su parte, comprendió pronto que se abría ante él una gran oportunidad profesional e intentó, durante el verano, liberarse del compromiso que le ligaba al Atlético. No pudo ser y ambas partes quedaron emplazadas hasta el 30 de junio de este año.Pero la presión ha sido imposible de sostener. Todo un año sentado en el banquillo del Atlético con la vista puesta en ocupar al año siguiente el del peor adversario ha sido demasiado para Luis. El primer choque entre los eternos rivales ya dejó su resaca, pero el segundo ha sido imposible de superar. Luis arrancó la semana diciendo que firmaría por quien le diera la gana -ello dicho de la forma que peor suena- y la acabó comentando que el cerebro le dictaba una cosa y el corazón otra. Ambas cosas y las que ha habido por medio tenían que caer mal por fuerza en el Madrid. Tanto, que, a pesar de que Mendoza y sus directivos siguen pensando que Luis es el mejor entrenador español, determinaron que el socio madridista no podía aprobar su contratación. Traer a golpe de cheque a un hombre que deja su corazón en la orilla del río no parecía de recibo.
La decisión de romper la tomó el Madrid, pero quizá Luis la tenía también madurada. La tensión de la última semana se le había hecho insoportable. La posibilidad de un choque en la Copa contra el Madrid aumentaba su inquietud. Las declaraciones de la otra parte en las vísperas del Atlético-Madrid, las miradas de recelo de algunos de sus jugadores, la progresiva pérdida de afecto de la afición de un club en el que ha pasado 21 años, la posibilidad de que su ausencia suponga un golpe serio para el Atlético y la insistencia de Vicente Calderón en conseguir que alargara su contrato pesaban ya mucho en su ánimo.
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