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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Portugal, hacia la derecha

EL RASGO más destacado de las elecciones que se han celebrado el domingo pasado en Portugal ha sido la fuerte corriente política, y quizá incluso sentimental, que le está empujando hacia la derecha. El análisis de la situación portuguesa, pese a su proximidad geográfica e histórica a España, requiere, tanto por sus condiciones socioeconómicas como por su andadura democrática, un tratamiento específico. El paso a la democracia se ha realizado allí de una forma completamente distinta a la de España: con un empuje revolucionario inicial sin parangón en Europa desde hace décadas, pero cuyos cambios estructurales han sido en buena parte anulados. Con un elevadísimo número de elecciones (12 en 12 años, tres en los últimos cuatro meses), el país ha manifestado además su dificultad para articular los diferentes instrumentos de una gobernación estable.En esta primera vuelta de las presidenciales portuguesas se han puesto de relieve no ya unos meros desplazamientos de votos, sino dos dinámicas diferentes. En la derecha, con Freitas do Amaral, se registra una dinámica de unidad, de avance, incluso de prepotencia. En ella, factor principal ha sido la actitud de Cavaco Silva, que, llegado hace unos meses a la dirección del Partido Social Demócrata (PSD), llevó a éste a la victoria en las legislativas de octubre pasado, ha ocupado desde entonces la jefatura del Gobierno y ha movilizado, ahora a favor de Freitas, las fuertes raíces que el PSD tiene en las masas populares.

En cuanto a la izquierda, no sólo se ha dividido, sino que ha sido incapaz de racionalizar las diversas opciones de su seno. Contra viento y marea, Soares ha impuesto su candidatura, muy averiada como consecuencia de las largas etapas en que Soares ha gobernado con resultados negativos. No se puede olvidar que su Partido Socialista (PS) perdió más de un tercio de sus votos entre 1983 y 1985, quedando reducido al 20%. En este escrutinio, Soares ha mejorado notablemente sus votos, pero queda muy por debajo del 36% que los socialistas alcanzaron en 1983. Por otra parte, esta derechización del Partido Socialista ha ido provocando el surgimiento, a su izquierda, de diversas corrientes -además de un Partido Comunista, tradicional y sectario-, que han representado entre el 15% y el 18% del electorado. Corrientes en las que se mezcla un populismo cristiano (representado por Lurdes Pintasiglo) y el proyecto estimulado por el presidente Eanes. La candidatura de Salgado Zenha, apoyada por éste, tendía a encarnar las corrientes progresistas, colocando el sentido ético en un lugar central del quehacer político. Las cifras demuestran ahora que sin la candidatura de Lurdes Pintasiglo, Salgado hubiese superado a Soares. En realidad, una vez que el presidente Eanes hizo público su apoyo a Salgado Zenha, el mantenimiento de una tercera candidatura en la izquierda solamente podía ayudar a Soares.

Con vistas a la segunda vuelta (aunque siempre hay cierta dosis de misterio en el contenido de las urnas), es obvio que Freitas do Amaral tiene las máximas posibilidades de salir vencedor. Entre tanto, Soares ha empezado a realizar esfuerzos para convertirse en el solitario candidato de la izquierda. Empresa sumamente dificil para él y seguramente más viable para Salgado Zenha, que habría ofrecido mejores condiciones para recoger la totalidad de los votos de izquierda y de centro-izquierda. Soares, además, se ve obligado ahora a efectuar un cambio radical de lenguaje, ya que su campaña hasta este momento se orientaba a ganar el voto del centro, con acentos anticomunístas y acusando a Salgado de ser instrumento del PC. Finalmente, una razón fundamental que le perjudica en su propósito de unificar a la izquierda es que Soares, por muy socialista que sea, significa para muchos la continuidad de la grave situación que Portugal vive hoy, y de ahí que incluso la derecha pueda utilizar contra él el argumento de la reforma, el mito del cambio.

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No se puede disimular que las consecuencias de esta evolución hacia la derecha pueden ser serias en la situación europea. Si Freitas consolida su victoria, al gobierno del centro, formado por el PSD, se añadirá un presidente con una política y una ideología mucho más conservadoras. Los poderes del presidente no le permiten decidir la política del país, pero podrá acentuar aún más la orientación hacia la derecha y el aplazamiento de las reformas sociales que Portugal viene necesitando desde hace décadas.

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