El CAI perdió en 109 segundos la posibilidad de provocar la sorpresa en la Copa de baloncesto
LUIS GÓMEZ, El CAI Zaragoza erró en su cálculo tres veces y perdió. Primero por querer jugar como si el partido durara 20 minutos; luego, por despreciar casi dos minutos finales de juego con 10 puntos de ventaja y, finalmente, por desatender la prórroga, en plena situación de desconfianza. El Real Madrid, muy impreciso, entró en calor en el momento decisivo. Las semifinales de la Copa del Rey tuvieron el marco descorazonador de un Palau Blaugrana semivacío y desambientado.
Manel Comas, técnico que se dice a sí mismo ambicioso, se limitó, también erróneamente, a preparar un principio sin final. Fallo comprensible sólo desde el punto de vista de una falta de confianza en lograr la victoria sorpresa. Una estudiada defensa inicial, con atención esmerada a los movimientos de Townes, y un buen intercambio de posiciones entre Riley y Aleksinas provocaron un comienzo sorprendente: el Real Madrid, frío, desambientado, confiado en sí mismo, pasaba sus cinco primeros minutos de juego con una sola canasta en su haber y recibía, poco más tarde, un duro marcador (10-28). Esos 18 puntos señalaban una diferencia nada despreciable. Lolo Sainz se veía obligado a sacar a Del Corral, pero no lograba imponer en sus hombres un mejor control del rebote y una mayor atención al rival.
Sin embargo, con el Real Madrid en precario, el CAI Zaragoza planteó mal su estrategia. Dio la impresión de que jugaba un partido de 20 minutos, con la vista puesta en resolver antes del descanso para provocar, con escasa inteligencia, que el equipo madridista fuera limando pequeños detalles en su juego, amparándose en la tranquilidad de Robinson y ralentizando el ritmo del partido. Comas, quizás, cayó en la trampa de imitar el juego con dos bases madridistas situando a la pareja Llorente-Arcega II. Se dejó impresionar por el minuto 20 y acabó mal: con empate a 44. -
Resuelto este primer encuentro parcial, la sorpresa saltó en la reanudación, -cuando aparentemente cabría pensar que el CAI ya lo había hecho todo. Una sucesión de balones perdidos por Fernando Martín, provocó que el CAI se acercara, de nuevo, a los 10 puntos y cobrara, condenado como parecía, la confianza que no tuvo en el período anterior. La buena actuación defensiva de Del Corral, siempre con el rabillo del ojo en pleno funcionamiento, no resultaba rentable. El Real Madrid utilizó la conformista táctica, errónea también, de ir dejando pasar minutos creyendo que la presión funcionaría en contra de su inexperto rival. Aquí todos se equivocaron, porque esta táctica estuvo a punto de fracasa cuando, a falta de 1.49 minutos el CA1 se situaba en 81-91 y sus jugadores alzaban los brazos en señal de victoria.
En 109 segundos, el Real Madrid no tuvo otro remedio que emplearse más a fondo. No hizo gran cosa, salvo emplear cierta fiereza y abusar del porcentaje que le correspondía de buena suerte e, incluso, de favor arbitral. Así,- los triples de Iturriaga, uno de ellos en tiros libres, y Martín. El CAI había logrado que sus mejores estadísticas -superior rebote y porcentaje e, incluso, situación en faltas personales- sirviera de poco. No supo conservar la pelota y dejar pasar el tiempo. ¿No tenía dos bases en cancha para ello? Esa táctica, tan sencilla, en esa circunstancia, no apareció. Y el buen encuentro de Arcega II, un base joven, inteligente y, sobre todo, de sangre fría, al que no se sabe porque razón los técnicos le restan la condición de titular, quedaba oscurecida.
Tras esta pequeña derrota, el Real Madrid resolvió, ya con facilidad, la prórroga. Lo hizo psicológicamente, porque lo cierto es que dominó con claridad meridiana con sólo dos puntos de diferencia. El CAI se había entregado, aún estando menos castigado por personales. Las posteriores declaraciones, estentóreas, de Manel Comas, resultaban infructuosas. Esa agresividad dialéctica debió haberla usado en la prórroga. Ahí también se equivocó: no había preparado ese final.
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