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Vecinos de San Blas temen que se derrumbe un edificio a causa de unas obras próximas

Las 16 familias que habitan las viviendas de los núnieros 72 y 74 de la calle de Valdecanillas, en San Blas, han manifestado su profánda preocupación por la prevista demolición del edificio de los números 76 y 78. Las construcciones, agrupadas en dos bloques, parecen a simple vista un único edificio, aunque en realidad son dos que se apoyan mutuamente. Los dos bloques, construidos a fines de los años cincuenta por la Obra Sindical del Hogar, se encuentran prácticamente en ruina y escorados. Los vecinos temen que si se derriba el edificio de las viviendas del 72 y 74, el otro se caerá casi por su propio peso.Las viviendas de los cuatro números, agrupadas en dos bloques, presentan las consecuencias del paso del tiempo actuando sobre construcciones de muy escasa calidad. Las paredes están agrietadas en todas direcciones y las manchas de humedad están a duras penas ocultas tras el empapelado. Las hojas de las ventanas no cuadran. Debido a que los cimientos, asentados sobre un terreno de arcíllas esponjosas, han cedido, la hoja de la derecha ha caído más de un centímetro respecto a la de la izquierda. El suelo de las viviendas da una idea del hundimiento producido: una bola dejada en el lado izquierdo de una habitación comienza a rodar y adquiere velocidad hasta llegar al lado opuesto.

Todo el barrio está siendo remodelado por el Instituto de la Vivienda de Madrid -que absorbió las competencias de la extinguida Delegación Provincial del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo-, pero, dicen los vecinos, los responsables del Instituto no han podido o sabido evitar los problemas concretos que se plantean, como ocurre en este caso. Las 16 familias de los números 76 y 78 se trasladaron en la mañana del miércoles a las nuevas viviendas que se construyen en el barrio, en los solares liberados por la demolición de edificios anteriores.

Ahora es el edificio de los números 76 y 78 el que va a ser demolido, pero, al estar en contacto directo con el del 72 y 74, los habitantes de este último temen que la demolición del edificio arrastre al suyo.

"El desplome será inevitable si los técnicos utilizan en este caso el mismo procedimiento que en los anteriores: golpear el edificio con una gran bola de hierro que cuelga del extremo de una grúa. Las vibraciones producidas por los tremendos golpes tirarían también el nuestro", dicen los afectados.

En la mañana del miércoles, un retén del cuerpo de bomberos, avisado por los vecinos, comprobó la precariedad del edificio y avisó a su vez al concejal de San Blas, Ginés Meléndez, para que acudiera a verlo por sí mismo. La demolición no se llevó a cabo tal y como estaba previsto.

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