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Raquel Blandón

La mujer del democristiano Vinicio Cerezo puede convertirse en la Eva Perón de Guatemala

Antonio Caño

Raquel Blandón, la mujer del candidato democristiano a la presidencia de Guatemala, Vinicio Cerezo, se convertirá muy probablemente en la primera dama de su país tras la segunda vuelta electoral, el próximo 8 de diciembre. Pero su papel en la historia de Guatemala no es el de simple consorte. Ha sido y es una destacada activista y dirigente política. Conquistó personalmente buen porcentaje de los votos que se fueron en la primera vuelta para la candidatura de su marido. Es secretaria general de la mujeres democristianas de América y puede ser la Eva Perón de Guatemala.

"En Guatemala me dicen que voy a ser la nueva Evita Perón de América Latina, o la Evita Perón guatemalteca. La verdad es que el trabajo social de Eva Perón, el trabajo por la clase trabajadora, le mantiene cierto respeto, cierta simpatía, sobre todo en nuestros países latinoamericanos. Hay algunas personas que tienen miedo de una personalidad que se sienta ligada al pueblo, que quiera ayudar el pueblo. En respuesta a una persona que dijo que Guatemala no necesita ninguna Evita Perón, una mujer guatemalteca dijo: 'No necesita una, necesita miles".Tiene 42 años, 20 de los cuales vividos al lado de Vinicio Cerezo. "Hemos luchado tanto juntos...". Ha ocupado cargos ejecutivos en el Partido Social Cristiano de Guatemala y llegó a dirigirlo de hecho durante los meses de persecución política de 1981, durante la dictadura del general Romeo Lucas García. No quiere, sin embargo, ninguna porción de la tarta del poder cuando su marido llegue a la presidencia. Le gusta el papel que le han dado. "Vinicio me ha nombrado la abogada del pueblo. Lo que tendría que hacer es escuchar el caso del pueblo y defenderlo ante la institucionalidad estatal, procurar que la voz del pueblo sea escuchada y llegue hasta donde tiene que llegar. Evitar que el presidente sea rodeado por un círculo de hierro y que se separe de su pueblo".

Raquel Blandón, que participó la pasada semana en Madrid en el segundo Encuentro en la Democracia, recuerda 1981 como la peor etapa de su vida. "Hubo que declarar la larga resistencia por la democracia. El partido llegó a funcionar en nuestra casa. Tomamos la decisión de sacar a los niños al extranjero cuando Vinicio temió que pudieran llegar a bombardear nuestra casa con todos dentro. Tuve que salir con mis niños para Washington, a finales de 1981, con la idea de acreditar en Estados Unidos el proceso democratizador por el que estábamos pasando. Durante esos meses, en Washington se formó un grupo de guatemaltecos por la democracia y trabajé para sensibilizar al Congreso, al Senado, al Departamento de Estado, a la opinión pública norteamericana sobre lo que se estaba peleando en Guatemala. Mi marido se quedó en Guatemala. No salió jamás porque creyó que su lugar estaba allí, al lado de los compañeros que estaban resistiendo la represión".

Desde entonces tiene a dos de sus cuatro hijos repartidos por el mundo; uno, estudiando economía en Francia; otro, en el colegio La Salle de Estados Unidos. El mayor, de 19 años, ha participado en la campaña electoral de Guatemala y es ya un dirigente de la juventud democristiana.

Su obsesión ahora es "hacer la democracia funcional, operativa, mediante la concertación de todos los sectores". Su preocupación, las mujeres como símbolo del subdesarrollo del pueblo guatemalteco.

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