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El edificio ocupado en Lavapiés se inaugura como centro cultural

Amelia Castilla

Varios centenares de jóvenes presenciaron anoche las dos representaciones de La sopa boba en el inmueble ocupado hace 10 días por una veintena de muchachos en el número 83 de la calle del Amparo, en el barrio de Lavapiés (distrito Centro). La función de teatro experimental inauguró el edificio de tres plantas como centro cultural y de actividades alternativas para la juventud. A partir de mañana se realizarán en el centro exposiciones de fotografía, pintura y diseño cedidas por artistas desconocidos.

La representación, que se llevó a cabo en una sala de la planta baja, había sido preparada con un día de antelación por los integrantes de los grupos Gruñidos Salvajes y Desagüe. El espectáculo, improvisado en su mayor parte, fue una y parodia sobre temas relacionados con la basura, la religión y el Ejército. Durante el desarrollo de la función un joven colgado de una polea lanzaba aire desde un extintor mientras dos actores, uno con una cámara de cine de cartón y otro con un micrófono, grababan en directo las impresiones de los asistentes.El público, integrado en su mayoría por jóvenes entre los que primaban las crestas y los maquillajes muy exagerados, asistió a la función con más estupor que atención, puesto que si no se estaba muy atento a los movimientos de los actores era bastante fácil recibir algún que otro empujón o pisotón. Al acabar la representación, que no duró más de 20 minutos, la gente abandonó sonriente el local. Algunos depositaron una aportación económica en un buzón y otros mostraron con su firma su apoyo a "la cultura alternativa, al margen de la cultura oficial".

Poco antes de que comenzara la segunda representación, los squatters -nombre que se da en algunos países industrializados a los grupos de jóvenes que ocupan viviendas vacías-, atrancaron con un madero la puerta metálica de lo que fue hasta 1969 un economato. "Ha llegado la madera", gritó alguien. "Una patrulla de la policía", explicó un joven, llega de cuando en cuando y nos vigila desde lejos".

Los ocupantes temen ser desalojados en cualquier momento del edificio: "A pesar de que el delegado del Gobierno en Madrid ha dicho que no se nos echaría de aquí mientras. no se produzca una orden judicial en este sentido".

Tras los primeros momentos de confusión creados por la presencia de la policía, los squatters abrieron la puerta del edificio, mientras desde la calle algunos vecinos de la zona contemplaban atónitos el espectáculo que se desarrollaba dentro del local.

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