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TORNEOS EUROPEOS DE FÚTBOL

Cuatro equipos españoles permanecen en liza en las competiciones europeas de fútbol: el Barcelona, en la Copa de Europa, gracias al gol del escocés Archibald cuando el Oporto se las prometía más felices; el Atlético de Madrid, en la Recopa, tras entrenarse con el Bangor, y el Real Madrid y el Athlétic de Bilbao, en la Copa de la UEFA, luego de la buena defensiva del primero ante el Chernomorets y la constante ofensiva del segundo frente al Lieja. Osasuna, el quinto de los que se jugaban ayer su continuidad el Spórting fue eliminado en la primera ronda-, no pudo saltar el listón del Waregem después de su proeza de enjugar en los primeros 10 minutos sus dos goles de desventaja.

La solidez defensiva salvó al Real Madrid

El Real Madrid mantuvo un angustioso empate en Odesa y sacó adelante su eliminatoria ante el Chernomorets, pero amparado sólo en la solidez que mostró ayer su sistema defensivo, en el que sobresalieron Sanchís y Maceda, que completaron un partidazo. El equipo de la Marina soviética, sin alardes, tuvo momentos en los que pudo acabar con las esperanzas del blanco, que sólo supo mantenerse gracias al enorme esfuerzo fisico de sus jugadores. El Madrid se mostró casi siempre incapaz de salir con fluidez desde atrás, aunque -paradojas del fútbol- creó varias ocasiones claras para haberse evitado las apreturas finales.El Madrid no encontraba al principio más problemas que el marcaje del interior izquierdo, Jusrtschenko, el cuarto integrante de la línea medular soviética, al que Valdano tapaba por la derecha cuando era Chendo quien, por su posición en el campo, debía hacerlo. Hubo momentos de cierta confusión entre el propio Valdano, Chendo y hasta Camacho, que llegaron a turnarse en el marcaje del centrocampista rival, hasta que, finalmente, Molowny ordenó a su defensa derecho que se hiciera con él.

El primer tiempo del partido resultó feo, deslucido y, a veces, bronco, con entradas duras de unos y otros en la media, pero con mayor riesgo para el Madrid, que vio pronto amonestados a Sanchis y Hugo Sánchez. El Real no construía, pero el Chernomorets apenas pudo rozar el gol en un cabezazo ligeramente desviado de Pasulko y en algún remate lejano. El Madrid no alcanzó la portería contraria hasta pasada la media hora de juego, en un centro de Gallego que remató de manera forzada Valdano. Butragueño, que se decidió a salir sin sus espinilleras de protección, estropeó otras tres ocasiones por su empecinamiento en marear la perdiz intentando regatear a tres defensores que le salieron al paso cuando, por la lógica numérica, uno de ellos acababa siempre delante del balón.

El Madrid no hilvanaba jugadas porque carecía de movimiento, Gallego no andaba fino y faltaba rotación y capacidad de desmarque. Hacia el final del primer período, en el minuto 40, el equipo de Molowny elaboró su único ataque meritorio. Fue una preciosa triangulación entre Valdano, Butragueño y Michel, cuyo rematefue rechazado por el portero.

Prokopenko, el técnico soviético, había dejado en la caseta a su mejor elemento, el veloz delantero Morozov, en una sorprendente y perfecta imitación a distancia del caso Sarabia-Clemente en el Athlétic de Bilbao. Salió en la segunda parte y Molowny anduvo listo al ordenar a Chendo que se le pegase como una lapa, dejar a Sanchis frente al segundo delantero, Cherbakov, y liberar a Gordillo de la misión de tapar por su banda izquierda al cerebro local, Pasulko a quien tomó Michel. Ello permitía que el ex bético pudiera inten tar jugadas por su banda.

El Chernomorets volvió al césped con la fe de derbordar por velocidad al Madrid. Fueron unos minutos de intensa presión, con peligro en un par de remates, sobre todo en un cabezazo en solitario del propio Pasulko que atajó con seguridad Ochotorena. El Madrid tuvo entonces la virtud de saber replicar y en una jugada de Butragueño, que Gordillo cabeceó ligeramente alto, y en otra posterior del sevillano, con testarazo final de Valdano, que realizó una brega inmensa, pudo haber resuelto el partido.

El último cuarto de hora resultó angustioso. El Madrid no era capaz de salir de su encierro, peligrosamente premeditado, aunque quizá de manera inconsciente, frente a la presión de su rival, aunque en sendas acciones aisladas de Michel y Hugo Sánchez pudo hallar el tanto que le habría ahorrado los agobios finales. Los minutos transcurrían entre la desesperación de Molowny y los miembros del banquillo madridista, desde donde se agitaban continuamente los brazos alentando a los compañeros para mantener el resultado.

El Chernomorets intentó el gol por todos los medios, pero no encontró vías de agua entre la firme cobertura madridista. El pitido final alivió la tensión y supuso el principal castigo para el técnico soviético: Morozov, su figura, había salido, como Sarabia en el Athlétic, 45 minutos tarde.

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