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Mururoa

LE MONDELas experiencias nucleares frances as se siguen y no se parecen entre sí, en cualquier caso, en la que se refiere a su contexto político. Hace 25 años que han comenzado, al principio en el Sáhara y después, a partir de 1966, en Polinesia. Ninguna de ellas había tenido tanta publicidad como la del 24 de octubre en Mururoa, que es, por otra parte, la primera que ha sido anunciada por anticipado. Nunca tampoco tantos responsables franceses las habían presenciado como en el curso, de este año, desde Mitterrand el mes último hasta Fabius y Quiles. "Mururoa, mi aínor", podría ser el eslogan del día.Espectacular cambio por parte de hombres que, después de haber criticado la bombita del general De Gaulle, se habían comprometido en el programa común de la izquierda a renunciar al armamento nuclear, bajo cualquier forma. Pero también es muestra de la importancia política que ha asumido al filo de los años el consenso -nacional alrededor de la disuasión nuclear: algunos días antes de la apertura semioficial de la campaña electoral, que señalará el en, frentamiento Fabius-Chirac, el peregrinaje a Mururoa puede ser provechoso.

Pues los remolinos causados por la destrucción del Rainbow Warrior, así como la indignación de los pacifistas y de los ecologistas ante la política nuclear de Francia, no han cambiado nada el panorama. Los franceses pueden pensar Icí que quieran de las torpezas de los servicios de inteligencia en Auckland, pero eso no significa que sean menos favorables en mayoría a laprosecución de esta política, incluidos estos experimentos, como lo demuestran los sondeos.

27 de octubre

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