_
_
_
_

Radicales y moderados dividen el congreso anual del Partido Laborista británico

El Partido Laborista británico comienza hoy los debates de su congreso anual, inaugurado oficialmente ayer, con un claro enfrentamiento entre sus alas moderada y radical que puede poner en peligro su unidad interna y, consecuentemente, sus posibilidades de victoria en las próximas elecciones generales. La apertura se celebró ayer por la tarde en la localidad costera de Bournemouth, en el turístico condado de Dorset, en la costa del Canal de la Mancha, pero las sesiones de trabajo no dan comienzo hasta la mañana de hoy.

El partido y, principalmente, su líder, Neil Kinnock, se juegan mucho en este congreso anual. Tanto uno como otro tienen que demostrar al electorado en estos cinco días de reuniones en Bournemouth que constituyen una formación política compacta y sólida, sin fisuras. Tienen que demostrar que son capaces de presentar un liderazgo aceptado por todos y un programa electoral lo suficientemente flexible para que satisfaga al amplio sector del público británico no ligado por afiliaciones partidistas y que es el que en este país ha decidido siempre el resultado de una elección general.La tarea no va a resultar fácil, a la vista de las últimas encuestas. En el capítulo de porcentajes, una encuesta publicada la pasada semana en el liberal The Guardian, y realizada por la organización Marplan, coloca al Labour Party en segundo lugar de la aceptación popular, con un porcentaje del 32%.

El primer lugar está ocupado por la alianza de liberales y socialdemócratas, con un 36%, y el tercero, por los conservadores, actualmente en el poder, con un 31%. Traducidos esos resultados a una elección general y debido al sistema electoral mayoritario vigente en el Reino Unido, los laboristas conseguirían 275 diputados en la Cámara de los Comunes, los conservadores, 225; y la alianza, 125.

Esto produciría lo que en la jerga parlamentaria británica. se conoce como un hung Parlament o Parlamento sin mayoría, lo que convertiría a la alianza en el árbitro de la situación. Precisamente esta situación es la que están buscando los líderes liberales, David Steel y David Owen, que celebraron sus conferencias anuales respectivas a principios de este mes. En la actualidad, los conservadores tienen una mayoría de escaños sobre todos los demás partidos en la Cámara de los Comunes.

El principal tema que afecta a la unidad de los laboristas en los momentos actuales está directamente ligado a la huelga minera, que durante un año afectó a la gran mayoría de los pozos del Reino Unido.

Amnistía para los mineros

En la conferencia anual de los sindicatos británicos, también celebrada a principios de septiembre, el líder minero Arthur Scargill logró que la conferencia aprobase -por un escaso número de votos y en contra de la opinión del propio secretario general del Trade Union Congress, Norman Willis-, una moción en la que se pide al Partido Laborista que, en el caso de ganar las próximas elecciones, incorpore a su programa electoral el compromiso de readmitir a todos los mineros despedidos durante la huelga, incluso a los condenados judicialmente por desórdenes. También se pide el reembolso al sindicato de todas las multas impuestas por los tribunales y que ascienden a más de un millón de libras, unos 230 millones de pesetas.La moción aprobada en la conferencia de los sindicatos será defendida por el propio Scargill el miércoles ante el pleno del congreso laborista, que deberá pronunciarse si se incorpora la moción a su programa electoral. Una petición similar, hecha por Scargill dos días antes de una elección parcial en Gales el pasado mayo, costó a los laboristas la pérdida del escaño, en opinión de todos los comentaristas políticos del país.

Kinnock se juega su propio prestigio como líder y, ante la amenaza de Scargill, ha pedido intervenir en el debate, una práctica poco corriente en las conferencias anuales de los partidos, donde los líderes generalmente intervienen sólo al final para marcar las directrices políticas.

Aunque no es probable que la moción de Scargill consiga los dos tercios necesarios para que pase a formar parte directamente del programa electoral laborista, Kinnock quiere, desde el principio, marcar las distancias que le separan del militante líder minero, que, en opinión del dirigente laborista, galés e hijo de mineros, puede ahuyentar los votos moderados del socialismo británico y costarle la elección.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_