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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una discreta sonrisa

Al despuntar los sesenta, Totó era prácticamente. una institución del cine italiano. Atrás quedaban sus grandes éxitos durante dos décadas, sus caricaturas del napolitano medio o al ácido sabor que desprendía su patético rostro a la luz del neorrealismo (nadie que la haya visto podrá olvidar su desgarrado personaje de Dov' è la libertá?, de Rossellini). Aunque estaba por llegar Pasolini, quien con Uccellacci e uccellini y La Terra vista della Luna sacaría un excelente partido de la figura -sorprendentemente chapliniana allí- del cómico, Totó era ya un payaso en decadencia.Buena prueba de ello es Totó, Peppino y la dolce vita, donde en compañía de otro caricato italiano de envergadura, Peppino de Filippo (memorable su encarnación del doctor Antonio para el sketch de Fellini de Bocaccio 70), se pretendía satirizar las costumbres y maneras del pueblo italiano a la vez que, con la vía Veneto como referencia, hacer una parodia de La dolce vita felliniana.

Totó, Peppino y la dolce vita se emite hoy a las 15

35 por TVE-1. Hombre o demonio se emite hoy a las 20.00 por TVE2.

El nudo argumental de la película narra las andanzas y trapacerías de un alcalde de pueblo del Sur y su primo por calles y alegrías romanas diversas. El contraste que se establece entre pueblerino y ciudadano no dista mucho del de las películas de Paco Martínez Soria, y el resultado, lejos de seidelirante o carcajeante, es de una modesta, discreta sonrisa.

También de Italia -aunque en coproducción con Francia- procede Hombre o demonio, que pasa revista a la historia del legendario Atila, rey de los hunos, y nos regala con el impagable tándem Anthony Quinn-Sofía Loren, metidos a bárbaros con envidiable convicción.

En cualquier caso, el encanto de la obra proviene de su época de realización -los años cincuenta-, cuando los cineastas italianos descubrían el filón del peplum y se entregaban a él en cuerpo y alma. De hecho, el autor de Hombre o demonio, Pietro Francisci, lo es también de La batalla de Siracusa, Antonio de Padua, La reina de Saba, Hércules y la reina de Lidia, etcétera, encantos paralelos al de hoy, donde gente como Steve Reeves o Sylva Koscina hallaron la gloria.

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