'Equipo A' o el héroe mercenario
A partir de ahora, cualquiera puede ser ya un héroe de la televisión norteamericana. Desde que Broderick Crawford interpretara al policía' protagonista de Patrulla de caminos, primera serie que ofreció en su historia TVE, en 1956, han pasado todo tipo de personajes por nuestras pantallas.Sin embargo, la aparición de una serie como El equipo A marca un cambio trascendental en la tipología de los personajes. Hasta el momento, todos los héroes, pese a sus peculiaridades, tenían un punto en común: representaban el lado positivo de la vida. Algunos eran violentos, pero trabajaban al servicio de lo que los políticos denominan el imperio de la ley. Otros vivían inmersos en el mundo del delito, pero precisamente eran ellos quienes representaban en su entorno la salida hacia la luz salvadora.
El reparto de profesiones había alcanzado también a casi todos los sectores sociales. Han sido héroes televisivos policías, detectives, miembros de grupos antiterroristas, abogados, jueces, médicos, enfermeras, indios, vaqueros, sacerdotes, periodistas, astronautas y militares. Su sexo, edad, raza, características físicas y hábitat han cubierto todas las combinaciones posibles.
A partir de ahora, el elenco puede ampliarse. Los miembros del Equipo A son mercenarios. Según la careta de la serie, se ganan la vida como soldados defortuna. El eufemismo no está mal. De todas formas, los miembros del equipo, que aún mantienen su pequeño organigrama militar heredado de su pasado en Vietnam, están dispuestos a luchar incluso sin dinero por medio.
En el episodio del pasado sábado, titulado paradójicamente Vacaciones en las montañas, se enfrentaban a un grupo de campesinos que sopeaban a un hombre atado a un árbol. Ante tal situación, el coronel Hannibal, líder del grupo, no lo dudó: "A la vista de los hechos, como no sabemos lo que ocurre, no tenemos más remedio que entrar en acción". Y comenzó por enésima vez un tiroteo.
Violencia
Las escenas de violencia, que ocupan más de la mitad del tiempo de emisión, están, según los principios éticos de la televisión norteamericana, autorizadas para niños. El paladín que permite hacer frente a todas las reglas de censura consiste, simplemente, en que a lo largo de la película no muera nadie por causa de una acción violenta. De esta manera, podemos asistir a escenas tan ridículas como la de presenciar la voladura de un jeep, del qué, tras dar varias vueltas de campana, salen los ocupantes del vehículo sin haber sufrido rasguño alguno.
La estolidez del guión no es más que la conclusión lógica del planteamiento de una serie en la que el uso de la violencia se justifica por el mero hecho de la existencia de alguien que contrata a este voluntarioso equipo de mercenarios. El último capítulo se centró en un combate a muerte del que en ningún momento se daba explicación alguna de causas o motivos. Seguramente porque no había.
El posible éxito de la serie puede plantear después de lo expuesto algún que otro conflicto. Es de esperar que aparezcan cromos. y, pegatinas del coronel Hannibal, que el tradicional rapado mohicano pase a denominarse Look A y que algún hiño ansíe pasar sus vacaciones en un sanatorio psiquiátrico tan divertido como en el que vive Murdoch. Lo que va a ser más dificil soportar es el violento espasmo que puede uno sufrir cuando a la pregunta de qué quieres ser de mayor recibamos la lacónica respuesta: "Soldado de fortuna".
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