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Reportaje:

Los imprescindibles teloneros

Las competiciones por equipos revalorizan a los atletas que están en segunda línea

Esta temporada el atletismo se vuelve deporte de equipo. Los puntos que puedan sumar atletas de segundo orden son tan importantes como los que puedan conseguir José Luis González o José Manuel Abascal. Un encuentro lo deciden siempre atletas de menor renombre. En el pasado cuadrangular de Helsinki, por poner el ejemplo más reciente, si Ángel Heras o Alberto Ruiz no hubiesen ganado sus pruebas, España hubiera quedado humillada en la puntuación final.

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España tiene oficialmente 12 atletas de la máxima categoría: Colomán Trabado (800 metros), José Luis González y José Manuel Abascal (1.500), Antonio Prieto (10.000), Domingo Ramón y Sánchez Vargas (3.000 obstáculos), Javier Moracho y Carlos Sala (110 vallas), José Alonso (400 vallas), Antonio Corgos (longitud) y José Marín y Jorge Llopart (marcha). Estos atletas son los que reconoce la federación española como Olímpicos A, en función de las marcas que han conseguido. Cobran 125.000 pesetas al mes y sobre ellos recae la máxima responsabilidad en un encuentro por equipos. Pero por sí sola la selección española no podría ganar ningún encuentro. Hace falta que los otros, los que aspiran algún día a formar parte de esa categoría de elite, también puntúen en sus respectivas pruebas.

Es normal que el grupo de estos atletas, desconocido para el gran público, sea casi siempre el que salve la puntuación de un encuentro. Porque a veces la selección se resiente de la ausencia de algunas de sus figuras -cuando se lesionan- y porque es frecuente que, a excepción de los lanzadores, consigan excelentes clasificaciones, lo que proporciona los puntos suficientes para neutralizar la mala actuación, que siempre la hay, de alguno de los que tienen la teórica obligación de no fallar.

El papel de estos atletas situados en segunda línea es particularmente importante esta temporada. A falta de grandes competiciones oficiales de carácter individual, la Copa de Europa de Naciones es el evento más importante. España competirá los días 10 y 11 de agosto, en Budapest, con el objetivo de ganar el ascenso a la Primera División. Serán ocho las selecciones participantes y cada una de ellas presentará su mejor hombre en cada prueba. Sólo una, la vencedora, obtendrá el derecho de codearse en la próxima edición de la Copa de Europa con la flor y nata del continente.

Las alternativas

Para esta competición, en la que Finlandia y Hungría serán los principales rivales, hombres como Javier Arqués (100 metros), Antonio Sánchez (200), Ángel Heras (400), Constantino Esparcia (10.000), Abel Antón (5.000), Juan Ambrosio González (triple salto), Gustavo Adolfo Bécquer (altura), Alberto Ruiz (pértiga), Martín Vara (peso), Sinesio Garrachón (disco), Raúl Jimeno (martillo), Octavio Cotaina Gabalina) o Juan José Prado (relevos) resultarán imprescindibles. Cada puesto que puedan arañar en sus pruebas será un punto decisivo para las aspiraciones españolas de conseguir el ascenso.Casi todos estos atletas reciben algún dinero por parte de la federación. Pese a que las cantidades son sensiblemente inferiores a las que perciben los de la categoría olímpica A, la mayoría se dedica en cuerpo y alma al atletismo. Es la única manera de poder llegar un día a que sus marcas adquieran cotización internacional.

La federación les apoya poco. Carlos Gil, el director técnico, reconoce que apenas hay planes especiales para los que más fuerte vienen empujando, "como son los casos de Abel Antón, Teófilo Benito o Jesús Oliván, por los que podemos apostar nuestros sueldos. Nuestro atletismo, aunque está lanzado, es un deporte parcheado, al haber tenido que adoptar soluciones de comando para que pudiera afectarnos lo menos posible la ínfima estructura deportiva del país, provocada por carencias históricas. Por eso no podemos pensar que tenemos unos óptimos planes de futuro. Eso lo conseguiremos cuando haya una auténtica cultura deportiva, porque es la sociedad la que debe aportar soluciones. Yo me he hecho viejo, y tengo ya 53 años, oyendo que se creaban planes especiales".

Expectativas gratificantes

En ocasiones, el diferente nivel en el que se encuentran los integrantes de la selección nacional origina conflictividades. Carlos Gil lo considera lógico, "porque es un deporte que, por ofrecer expectativas gratificantes, provoca reivindicaciones, en muchos casos injustificadas".El director técnico de la federación, con quien se han conseguido los mayores éxitos, ve el atletismo "como un polvorín, porque fomenta individualidades y hay atletas que se frustran al adjudicarse derechos que no tienen. De la rivalidad al celo sólo hay un paso. Hay que evitar situaciones insostenibles, como es, por ejemplo, la profesionalización en la Tercera División de fútbol. Por eso me niego a que cobren los atletas que no pertenezcan a la elite. Éstos deben tener sólo motivaciones endógenas".

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