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La bala de cañón que destrozó un piso en Utebo, a punto de caer en la piscina municipal

La Capitanía General de la V Región Militar, con sede en Zaragoza, ha nombrado un juez instructor encargado de esclarecer los hechos y depurar responsabilidades de la caída y explosión de un proyectil, procedente de unas maniobras que se realizan en el campo de tiro de San Gregorio, que chocó en una vivienda de Utebo (Zaragoza), causando diversos daños materiales. Las consecuencias pudieron haber sido más graves, según la opinión generalizada de la población, si el proyectil no hubiese sido frenado por la cornisa de la vivienda y hubiese caído en el complejo de las piscinas municipales, situado a escasos metros, y que en esas horas, 16.20 del domingo, se hallaba repleto de público.

El pleno del Ayuntamiento, reunido ayer con carácter extraordinario y urgente, analizó los hechos y expresó su condena. La corporación solicita que la franja de seguridad entre el campo de maniobras y el casco urbano sea, al menos, de 5.000 metros. Ahora es de 500 metros desde las alamedas del río y 1.000 metros desde el pueblo, según se señaló en el pleno. Se denunció asimismo que hace unos días dos proyectiles similares cayeron en las huertas, y se pidió que los aviones militares no crucen por la zona urbana.Los más de 6.000 habitantes de Utebo, localidad próxima a Zaragoza, todavía no se habían repuesto ayer del susto sufrido el domingo. Las muestras de indignación y condena eran visibles y generales. Todo ocurrió sobre las 16.20 horas: "Oímos una explosión seca y fuerte; al principio creímos que se trataba de una bombona de butano", según el testimonio de algunos vecinos. Los inquilinos que a esas horas ocupaban las viviendas -"no mucha gente, pues estaban en las piscinas o en el campo"- salieron a la calle y pudieron comprobar el alcance del impacto del proyectil: un gran agujero en una de las fachadas, destrozos en una cornisa y desperfectos en otro bloque de edificios y cientos de cristales rotos. Los cascos del proyectil atravesaron tabiques de los pisos e inutilizaron electrodomésticos y muebles.

La vivienda más dañada fue la de Antonio Gómez; trabajador en una fundición, de 34 años, casado y con dos hijos de siete años y 14 meses, respectivamente. En el momento de la explosión se encontraba en casa de sus padres, en Zaragoza, pues su mujer y sus hijos están de vacaciones en León. Fue avisado por la Guardia Civil y regresó a Utebo. El proyectil cayó en la fachada que da a la habitación de los niños, donde hizo un gran agujero. Los cristales quedaron rotos, el marco de la ventana arrancado y la librería, muñecas y diversos juguetes quedaron cubiertos por los cascotes. El domingo aún se pudo recoger restos del proyectil, entre ellos, la espoleta del mismo.

"No quiero jaleos"

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Antonio, visiblemente nervioso y emocionado, comenta: "¡Mira que si llegan a estar los niños dentro! No quiero ni pensarlo". A la una de la madrugada del domingo recibió la primera visita de los militares: "Me dijeron que no me preocupara, que esto lo arreglarían enseguida". Ayer le visitaron cuatro jefes más. Su casa fue un continuo trasiego de fotógrafos, informadores, vecinos y curiosos. Al preguntarle si piensa emprender alguna acción legal, en solitario o con el resto de los afectados, Antonio, que paga un alquiler por la vivienda de unas 1.500 pesetas, pues su dueño es el empresario de la fundición donde trabaja, asegura que "no quiero meterme en jaleos".

El capitán general, Baldomero Hernández, telefoneó al alcalde, Carlos del Río, pasadas las nueve de la noche del domingo. "Estaba molesto y afectado por lo ocurrido, me dijo que quería venir al pueblo y dio orden de paralizar los ejercicios con fuego real", según informó al pleno el alcalde. "Me aseguró que sentía lo ocurrido y que así se lo transmitiera a los vecinos". El capitán general no acudió el domingo a Utebo; ayer llamó tres veces al alcalde y anunció una próxima visita a la localidad.La única explicación militar oficial facilitada ha sido una nota difundida el domingo por la Capitanía General. Dice: "En la tarde del día de hoy (domingo 7 de julio), un proyectil ha caído y hecho explosión en una vivienda de Utebo, sin causar desgracias personales y sí daños materiales. Dado que en la citada tarde se desarrollaban en el campo de tiro y maniobras de San Gregorio diversos ejercicios de la Operación Cierzo, que llevan a cabo los alumnos de las academias militares, apoyados por otras unidades, se ha nombrado juez para que realice las oportunas investigaciones en esclarecimiento de los hechos. El capitán general, al regreso de su viaje de inspección a las unidades de Jaca, y enterado del suceso, habló personalmente con el alcalde de Utebo". Ayer, varios mandos militares visitaron la localidad para evaluar los daños causados por el proyectil y proceder a su reparación.

El pleno del Ayuntamiento celebrado ayer elaboró un comunicado, que contó con el respaldo de todos los grupos (PSOE, CDS, AP y PAR), en el que lamenta lo ocurrido, se solidariza con los afectados, a quienes prestarán todo su apoyo, y se hace un llamamiento para que "hechos similares no vuelvan a repetirse".

La corporación solicita mayores medidas de seguridad. "La solución definitiva sería la desaparición del campo de tiro", dijo el alcalde, que pertenece al CDS. Para ello deberá prolongarse hasta 5.000 metros el área que separa el campo de San Gregorio del pueblo, y que los aviones militares que se dirigen a la base de Zaragoza o al campo de tiro de Las Bardenas no crucen el cielo de Utebo.

Miembros del Ayuntamiento informaron en el pleno de que hace unos días cayeron en la huerta de Utebo dos proyectiles similares, por lo que se solicitó la presencia de especialistas del Ejército para proceder a su desactivación.

La explosión de proyectiles suele ser un hecho bastante frecuente en las localidades próximas a la zona de incidencia del campo de El Castellar, aunque no siempre son denunciados por los afectados. Hace un año, vecinos de Torres de Berrellén, Caballos de Ebro y Alagón se vieron sorprendidos y atemorizados por la caída inesperada de tres proyectiles mientras se encontraban en una finca particular durante un fin de semana.

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