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Reportaje:

La solución de Rumasa no puede ser sólo judicial, según Crispín de Vicente

"Sigo insistiendo en la conveniencia de una transacción amistosa en el asunto de la expropiación de Rumasa, que coordine los intereses y derechos de las partes contendientes", ha manifestado Crispín de Vicente, que hasta el 2 de junio dirigió la defensa de Ruiz-Mateos. Para De Vicente, "les impensable que el asunto Rumasa tenga una solución final exclusivamente judicial, y espero que pronto se produzca algún tipo de arbitraje".

El abogado drispín de Vicente, que hasta el pasado sábado, 2 de junio, dirigió la defensa del empresario José María Ruiz-Mateos, actualmente en Francfort, denunció en su carta de renuncia el impago de los honorarios y gastos efectuados en la defensa de su cliente. Los gastos se cifraban, a 31 de marzo pasado, en la cantidad de 6.748.644 pesetas, a lo que habría que añadir dos millones más hasta la fecha de renuncia. En cuanto a los honorarios profesionales, están ahora mismo siendo evaluados por Jorge Carreras, como segundo jefe de línea tras De Vicente. José María Ruiz-Mateos tiene pendiente de abono la minuta profesional pasada por Matías Cortés, cifrada en 155 millones de pesetas.Por otra parte, el fallo del Tribunal Constitucional sobre la cuestión de inconstitucionalidad de la expropiación de Rumasa es esperado de forma inminente, pudiendo producirse este mismo mes de junio. "Y va a haber sorpresas", asegura Crispín de Vicente, "aunque para mí no lo serán en absoluto".

En cualquier caso, Crispín de Vicente ha efectuado renuncia expresa a "cobrar ni un solo duro por mi trabajo en este caso, aunque debo defender los intereses de mis colaboradores". Crispín de Vicente, 58 años, se considera bien pagado habiendo llevado un caso que desde el principio consiguió encandilarle desde el punto de vista profesional. Ahora" "para defender mi prestigio profesional, me veo obligado a marcharme".

Deterioro de relaciones

Las relaciones entre abogado y cliente comenzaron a deteriorarse rápidamente a partir del verano pasado. El 27 de noviembre de 1984 tuvo lugar en Francfort el último encuentro personal entre José María Ruiz-Mateos y Crispín de Vicente. Aquel fue un encuentro con matiz violento y manotazo de Crispín en la mesa. El abogado se negaba a animar los delirios imaginativos del empresario sobre la gran conspiración urdida por el tándem Luis Valls-Rafael Termes. "Me cansé de repetirle que yo tenía que luchar contra actos administrativos o contra acuerdos políticos que produzcan repercusiones jurídicas, pero que no podía operar contra suposiciones políticas".No participar del exclusivo y exhaustivo leit motiv de José María Ruiz-Mateos sólo podía conducir al divorcio a corto plazo entre defensor y defendido. "Mi última conversación telefónica con Ruiz-Mateos tuvo lugar el 25 de diciembre pasado, para felicitarnos las Pascuas. Desde entonces ni un solo contacto, ni verbal ni escrito. Mi hijo ha sido nuestro único enlace".

Del 12 de febrero al 12 de marzo, Crispín de Vicente permaneció internado en la Clínica de la Concepción, de Madrid, aquejado de graves problemas de salud. "En todo el mes no recibí ni una llamada telefónica de José María, ni siquiera un tarjetón, él que es tan aficionado a enviarlos por docenas, interesándose por mi salud. Eso me ha entristecido mucho".

"También me han dolido algunas declaraciones suyas, como las efectuadas a este mismo periódico (ver EL PAIS, 31 de marzo de 1985), o los rumores que aparecieron meses atrás en algunas revistas sobre supuestas disensiones en la defensa. Yo esperaba un rápido desmentido suyo, que no se ha producido. En estas condiciones, no es posible la defensa si no existe una identificación absoluta entre defensor y defendido. José María Ruiz-Mateos debe comprender que nunca se debe sobrepasar el límite que exige mi dignidad profesional. Por todo ello quiero dejarle en libertad para que nombre sus abogados, aunque tengo la obligación moral de cuidar los derechos económicos de mis colaboradores y de los abogados que me precedieron".

"No me nombró Luis Valls"

"Cosas que ha dicho, como la de que a mí me nombro Luis Valls para su defensa no son ciertas. Yo he venido llevando una media de 3/5 asuntos por año a Rumasa desde 1974 por encargo personal de Ruiz-Mateos. El 26 de junio de 1983, José María plantea a Luis Valls sus dudas sobre Matías Cortés, a lo que Valls replica 'vuelve a tu defensor habitual'. Eso fue todo".

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