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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Teoría de lo bello televisivo

Vicente Molina Foix

La tarde quema mucho, Quiero decir La tarde, esa entidad televisiva para la hora de la siesta que ahora, bajo el vigorizante nombre de Viva la tarde, pretende sacudir nuestra modorra con canciones y risas en la primera cadena de Televisión Española.La siguiente pregunta está en el aire: ¿es el programa en sí, en sus distintas nomenclaturas, lo que queda, o es la sobremesa, esa hora española de ver la tele la que devora golosamente a sus presentadores?

No se puede exigir mucho a tales horas. Pero Televisión Española, en permanente vela por nuestros intereses estéticos, al menoss se ocupa de que rostros hermos os y cuerpos espigados amenicen la tarde.

Y algo más; en un gesto indiscutiblemente concordatario, han colocado un cura, mosén José Casero, de factor masculino del programa. Siempre lo sospeché: la tele es como un púlpito, y las altas cadencias de la oratoria sacra se avienen muy bien con el bajo placer de una buena mesa.

La gracia

De este padre ha causado impresión su buena planta, su rostro agraciado (que se añade a la otra, gracia intrínseca, infinita, incorpórea). Y aquí viene la segunda pregunta, que está, ésta, en la calle: ¿hay que ser guapo para ser locutor televisivo?

Al padre Casero, bien es cierto, le ayudan María Teresa Campos, la mujer de experiencia, y María Casanova, la belleza casera y mojigata, pero no cabe duda de que, frente a la mortecina fase anterior en que la Campos era única conductora del programa, las más altas instancias han juzgado necesaria esta visitación de lo bello sagrado a lo profano que supone la presencia en los platás del reverendo padre con sus elegantísimas camisas de lino abiertas por el tercer botón.

Lo que eso insinúa da mucho que pensar. ¿Habrá obtenido, así, Felipe Mellizo su reciente premio periodístico no por bueno sino por feo, en un medio donde lo que se dá es lo bello?

A ese respecto, la influencia dejada en Prado del Rey por el exiliado (voluntario) Pepe Navarro es indiscutible, y más profunda de lo que parecía. En La tarde, tras los paréntesis sesudos y pizpiretos de Paco Montes de Oca y Núria Gispert, se vuelve, como hemos visto, a los cánones clásicos de belleza, pero es que se está contagiando a todos los programas esta oleada de hermosura y elegancia.

Desaliño indumentario

Fernando G. Tola, el director del programa de la segunda cadena Si yo fuera presidente; Pablo Lizcano, presentador del dominical Autorretrato en la primera, y José-Miguel Ullán, responsable de Tatuaje, de la segunda cadena, a quienes se ha visto en la vida real un cierto desaliño indumentario, aparecen en sus programas respectivos impecablemente trajeados y hasta con alfileres de corbata; Olvido Alaska, que no es exactamente hermosa, ha llegado a salir muy favorecida por ganchos y peinetas en sus presentaciones infantiles de La bola de cristal.

Y ¿qué decir de los deportes, disciplinas viriles y austeras en las que uno podría imaginar que estas frivolidades no interesan?

Pues ahí están las noticias de baloncesto y tenis, de fútbol y alpinismo, presentadas por Elena Sánchez, monísima, y por su compañero catalán Frederic Porta, monísimo.

Sólo digo una cosa. Tras esta apoteosis de belleza, nuestros ojos, regalados como los de los tratadistas de estética del neoclasicismo, no van a contentarse. Tenemos lo grotesco (aquí no digo nombres), lo feo y lo hermoso; ¿cuándo va a llegar a nuestros receptores lo sublime? Todo es esperar.

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