Wilander y Lendl dejan a Roland Garros sin norteamericanos
El sueco Mats Wilander y el checo Ivan Lendl jugarán la final del torneo de Roland Garros el próximo domingo. París se quedó ayer sin sus norteamericanos. Treinta años después del triunfo de Tony Trabert, los dos estadounidenses que aspiraban a cerrar el maléfico ciclo fueron eliminados. John McEnroe, primer cabeza de serie, perdió en semifinales frente a Wilander por 6-1, 7-5 y 7-5, en dos horas y 41 minutos. Jimmy Connors cayó ante Lendl por 6-2, 6-3 y 6-1 en una hora y 58 minutos. La final se presenta como un duelo entre pobladores del fondo de la pista. Wilander no ha ganado ningún torneo desde diciembre de 1984, en el Open de Australia. Lendl no ha perdido ningún partido desde enero, en el Masters. Las mujeres estadounidenses parecen mejor compenetradas con París, y dos de ellas, Martina Navratilova y Chris Evert, disputarán hoy la final femenina.
Wilander y Lendl se beneficiaron ayer de las condiciones atmosféricas. Durante los 12 días anteriores, el calor secó las pistas de Roland Garros y las dejó mucho más rápidas de lo habitual. McEnroe y, especialmente, Connors se beneficiaron de esa rapidez. Pero el jueves por la tarde llovió, y ayer la pista estaba mucho más lenta. Las bolas pesaban más y el fuerte viento impedía los golpes de precisión. Los aires parisienses se aliaron para evitar una nueva conquista del tenis-dólar.La sorpresa, no totalmente inesperada, fue la victoria del sueco Wilander sobre McEnroe. Wilander, que ya ganó Roland Garros en 1982, con 17 años, y que un año después perdió en la final ante Yannick Noah, venció en el primer asalto sin salir de la habitación de su hotel: "Me fui a dormir el jueves esperando que el día se levantase con mal tiempo y algo de lluvia. Cuando me levanté y vi que todo el cielo estaba repleto de nubes, supe que la pista estaría en condiciones para mí". Más ventajas previas para Wilander. La rapidez del partido entre Lendl y Connors sorprendió a McEnroe, quien apenas tuvo tiempo de comer antes de entrar en la pista. "Llegué a Roland Garros 20 minutos antes del partido, y no tuve tiempo para prepararme. No es una excusa. Cometí un error de confianza, porque vi el cielo muy oscuro y pensé que la lluvia iba a retrasar mi encuentro".
Mal comienzo
McEnroe no estaba preparado. El estadounidense ganó el primer juego, pero luego perdió seis consecutivos. "Es mi principal problema este año, comienzo muy mal los partidos", comentó luego McEnroe. El norteamericano fallaba en su servicio, en sus golpes de fondo y en sus voleas cerca de la red. Wilander acertó en todos esos mismos puntos, y se llevó la primera manga en apenas 24 minuto!. El segundo set ya fue distinto. McEnroe entró en juego, y comenzó a concentrarse.Se notó en seguida, porque su concentración siempre viene acompañada, como ayer, de varios diálogos tensos con un fotógrafo que dispara su máquina a destiempo, un espectador que fuma un puro al borde de la pista, o un juez que toma una decisión dudosa. En esta segunda manga, McEnroe dispuso de nueve ocasiones para romper el servicio de Wilander en cuatro juegos distintos, y no lo consiguió en ninguna de ellas. "El viento me perjudicó", dijo McEnroe. "Debo felicitar a Wilander porque, sean cuales sean las condiciones atmosféricas su juego mantiene un nivel adecuado. En cambio, yo soy más vulnerable porque el margen de error en mis golpes es mucho mayor". Con 6-5, McEnroe perdió su servicio y con él la segunda manga.
En el tercer set, McEnroe, más agresivo y veloz, se ganó en la red una ventaja de 5-1. Wilander sacó entonces con un único propósito. "Quería ganar mi servicio para iniciar la cuarta manga sacando de nuevo". Ni él ni nadie pensaba que Wilander iba a repetir su inicio de partido al ganar seis juegos consecutivos y el partido en tres mangas. McEnroe llegó a disponer de dos bolas de set con 5-3, pero sendas voleas del sueco salvaron el problema y el partido se convirtió así en un bocadillo. El pan fueron los seis juegos ganados al principio y al final por Wilander; el jamón fueron los juegos intermedios. "Estoy desilusionado", dijo McEnroe. "Pero todavía no puedo comparar mi estado de ánimo con el del año pasado, cuando perdí la final".
El juego alegre
Algo ha cambiado en McEnroe. Ya no es el tipo gruñón que The New York Times definió una vez como "la peor publicidad para Estados Unidos desde Al Capone". Ayer tuvo el público a su favor ("Recibí muy buenas vibraciones de los espectadores", dijo) y fue elogiado por Wilander ("En dos años va a ser tan bueno en la tierra batida como en las pista rápida"). Con McEnroe se fue de París el juego alegre y genialde ataque.Ivan Lendl acabó más de prisa con su examen norteamericano Esa rapidez es la que le concede el puesto de favorito para el domingo. "No creo que nadie pueda jugar mejor como Lendl está haciendo en París", dijo Wilander. "Para la final deberé buscar que el partido se alargue y subir a la volea", añadió el sueco. Y es verdad. Lendl tiene un juego impenetrable, sin un sólo poro de debilidad. Corre de un lado a otro con rapidez, y llega sobrado de fuerzas a las bolas dificiles, lo que le permite golpear con más dureza y precisión. Ante Connors tuvo menos problemas que frente a Jaite en cuartos de final. Connors parecía derrotado de antemano, o por lo menos mal aconsejado.
El estadounidense decidió tutear a Lendl desde el fondo de la pista, y el checo exige un tratamiento respetuoso en esa zona. Cuando se dio cuenta de su error, ya era demasiado tarde y LendI ganaba por 6-2 y 6-3. Entonces Connors decidió subir más al ataque, pero abandonaba la trinchera del fondo de la pista sin chaleco antibalas, y la artillería pesada de Lendl le destrozaba una y otra vez. "Físicamente no hay duda de que estoy mejor que el año pasado", dijo Lendl; "además, fui educado en las pistas lentas y, aunque prefiero las rápidas, sé lo que hay que hacer cuando surgen problemas a causa del viento". Connors, pese a que a sus casi 33 años ya parece imposible que pueda ganar en Roland Garros, apareció contento después del partido. "Llegar a semifinales no está mal, aunque nunca me acostumbraré, a no jugar los domingos. Sé que la derrota es exclusivamente culpa mía porque debería prepararme mejor. Pero ahora, a mi edad, ya no tengo tiempo. Las condiciones atmosféricas cambiaron ayer, y yo no lo hice con ellas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.