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José María Lastra, una vida pasada por agua

Antonio Guerrero

Cuando era pequeño, a José María Lastra no le gustaban las playas, y, por evitarlas, a los 13 años se inició en la vela. Actualmente es uno de los principales navegantes de altura españoles. Gallego, soltero, diseñador de velas, lleva 21 años en las regatas. El año pasado se embarcó en la aventura de los multicascos patroneando el único catamarán totalmente español que existe, el Santa María, con el que quedó en octava posición en la Ruta del Descubrimiento. Ahora quiere participar en la Regata de Europa, aunque todavía no tiene patrocinador seguro.

José María Lastra está preinserito en la Regata de Europa, que partirá el 9 de agosto del puerto de Kiel (RFA), con su catamarán La Santa María. Pero "adaptar el barco a la fórmula 3" dijo, "los gastos generales y la inscripción ascienden a 15 millones de pesetas. Y todavía no tengo patrocinador fijo, aunque hay una empresa de aluminios interesada. Después de lo que me costó participar en la Ruta del Descubrimiento, no puedo hacer frente a esos gastos. Por eso, sin patrocinador no hay regata".La afición de Lastra por la navegación le llegó de una forma singular. Nacido en Pontevedra el 22 de marzo de 1951, su primer deporte fue el voleibol, al que jugó en el colegio del Sagrado Corazón. Los fines de semana toda la familia se iba a la playa, y las vacaciones de verano las pasaba en el cercano pueblo de Sangenjo. Sin embargo, a José María no le gustaba la playa, "y el agua de Galicia está muy fría". Por eso, creyendo que en un barco se va seco y caliente, a los 13 años quiso practicar la vela. Los primeros pasos los dio en Sangenjo, con su amigo Pedro Campos.

Hoy, mientras apareja su moderno catamarán, recuerda con cierta nostalgia aquel viejo snipe de madera con velas de lona: "Estaba casi para el desguace. Nos costaba mucho moverlo, y cada vez que nos hacíamos a la mar teníamos alguna avería". A los 15 años, por tener buenas notas, su padre le regaló un vaurien y, definitivamente, le entró el veneno de este deporte. "Hasta navegaba en invierno, cosa que extrañaba mucho a la gente".

Un año después amarró su barquito y se marchó a Salamanca, a estudiar preu y selectivo de técnicas. Allí fue portero de balonmano en el equipo Guardia de Franco. "Entonces no se podía practicar deporte de' otra manera". Llegó a jugar en la Primera División juvenil.

Cansado de parar y recibir balonazos, abandonó las canchas y se dedicó por completo al amor de su vida: el mar. Con 21 años se fue a Madrid para estudiar ingeniería naval. "Aprobé segundo, que era el año difícil. Pero no le vi futuro, y, además, como ya estaba metido en lo del diseño de velas, abandoné la carrera".

Nueva aventura

La primera vez que se subió a un crucero fue en 1979, cuando, "algo tarde", hizo el servicio militar en la Comisión Nacional de Regatas de la Armada, donde trabajó en la construcción del Cutty Sark I. La competición con este tipo de barcos le conquistó. Es otra forma de navegar y le va perfectamente a su temperamento, típicamente Aries. "Soy muy nervioso, pero me reprimo. También soy optimista, quizá excesivamente". Cuando va a la caña puede escuchar la música que le gusta, "toda la moderna, pero especialmente la inglesa", y, entre guardia y guardia, tiene tiempo para leer a sus autores favoritos: Joef Conrad, Blaise Cendrars, Boris Vian y los principales representantes de la literatura dadá.Al finalizar la I Vuelta a España de Cruceros, en la que fue tercero, oyó hablar de la Ruta del Descubrimiento y le apeteció probar una nueva aventura: la de los multicascos. En seguida se dio cuenta de la diferencia entre los patrones franceses y los españoles. Mientras que aquéllos ganan mucho dinero por participar en regatas, éstos tienen que visitar muchos despachos en busca de patrocinador y, al final, perder dinero. En marzo de 1984 hubo un contacto serio, con RTVE, que envió una carta de compromiso al astillero para que se comenzara a construir el catamarán, que se llamaría La Santa María RTVE. Seis meses después, el organismo público dio marcha atrás (a causa de los problemas surgidos por la utilización abusiva de la publicidad en los resúmenes informativos de 1 a II Vuelta a España de Cruceros) y les dejó sin patrocinio. La Santa María (ya sin la palabra RTVE) costó 33 millones de pesetas, y al final participó sin patrocinador. "Nos pringamos el astillero y yo. La Xunta de Galicia nos prometió una ayuda que todavía estamos esperando".

Cuando el catamarán estuvo terminado, se botó en El Ferrol, y, el 26 de noviembre, partieron para Benalmádena (Malaga). "Finisterre estaba con temporal y probamos el barco a pelo, pues ninguno había navegado antes en un multicasco. Al llegar al Estrecho había temporal de levante. Esto nos preocupó. Peto nos metimos, lo cruzamos y el barco respondió bien". Tan bien que llegaron a Benalmádena dos días antes de la salida, "pero, como es tradicional, ya nadie daba un duro por nosotros".

Al final no sólo consiguieron terminar la regata, sino que se clasificaron en el octavo puesto de la general: "Eso fue lo mejor de la regata, porque conseguimos objetivos muy por encima de lo previsto". Tras casi 26 días de difícil navegación, lo primero que preguntaron al llegar a Santo Domingo fue: "¿Dónde es la siguiente regata? Porque navegar es un vicio. Cuanto más te dan, más coges".

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