Los condicionamientos internos determinan la debilidad del mercado
La Bolsa de Madrid ha vuelto a vivir una semana recortada por las fiestas, en este caso las de San Isidro, lo que siempre confiere un perfil irregular y atípico a la contratación. De todas formas, no sería justo responsabilizar al patrón de la Villa y Corte del balance de la tanda, con una pérdida de 18 centésimas en el índice general.Las expectativas a principios de semana mostraban cierto optimismo. No sólo porque el viernes anterior ya casi se habían alcanzado los 1.500 millones de pesetas de negocio efectivo, sino porque las noticias que llegaban del otro lado del Atlántico incidían en un próximo recorte de los tipos de interés. Luego se confirmaría el descenso del prime rate (tipo de interés preferente), pero el mercado madrileño no tuvo fuerzas para cotizar ese hecho al alza. Tampoco importó demasiado que varios países europeos siguieran la senda norteamericana ni que las previsiones para España hablen todavía de la continuación de la caída de estos tipos. Lo mismo ocurrió con la aprobación del nuevo paquete de medidas económicas patrocinadas por Miguel Boyer. Ni la próxima entrada en vigor de la ley sobre tratamiento fiscal para algunos activos financieros.
En los primeros días de la semana, la bolsa al menos pudo ir consolidando las ganancias de la semana anterior y además arañar algunas centésimas al índice: banca ha ganado 60 centésimas en la semana; electricidad, 35, y alimentación, 55. Los retrocesos, sin embargo, terminaron siendo más significativos: 91 centésimas en construcción, 83 en siderometalúrgicas, 26 en varios, un 1,93% en químicas y 2,69% en Telefónica.
No cabe otra alternativa que considerar, por consiguiente, que la bolsa se encuentra más preocupada por su situación interna que por el contexto exterior, al que no se puede enjuiciar como negativo para la renta variable. No se encuentra otra explicación cuando el mercado se debate entre la inexistencia de órdenes de compra y la comprobada debilidad de las salidas de papel.
Las secuelas del caso Buxeres, el retraimiento de algunas cajas de ahorro, las carteras de muchos ahorradores adquiridas a altos precios en los dos primeros meses del año, la apatía de los inversores de provincias y del extranjero parecen pesar mucho más que cualquier medida de política económica o cualquier dato de coyuntura.
De esta forma, los operadores se mantienen a la defensiva, aunque la falta de papel -o sus tímidas salidas al parqué-demuestra que los inversores aún no han descartado que la bolsa protagonice algún tirón alcista. Mientras tanto, los compradores sólo tienen posibilidad de ir picoteando aquí y allá para ir cubriendo las ventas, sin presionar los cambios hacia arriba.
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