_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España no está en Cannes

NO ESTAMOS presentes en la guerra de Cannes. Sería demasiado triste pensar que la grave operación de Pilar Miró y su convalecencia han dejado este vacío y que, otra vez, nos han faltado personas capacitadas para. hacer el trabajo serio de preparar el festival, mientras los funcionarios -en este caso los de Cultura- se contemplan a sí mismos y se organizan y reorganizan continuamente en misteriosos escalafones, saltando de sigla en sigla para resolver sus problemas de mando.Desde el principio de este Gobierno, la Dirección General de Cine, ahora Instituto de Cinematografía y de las Artes Visuales, ha hecho un esfuerzo para defender la industria nacional de los excesos de las multinacionales y para estar presente en el mercado internacional, lo cual servía también para presentar una imagen culta de España -parte del trabajo general del ministro Solana- como contribución al esfuerzo de ser aceptados por Europa en el tema global de la CEE. La muestra de cine español en París, la conquista del Oscar, las de osos, leones y otras esculturillas, han sido fruto de ese esfuerzo político, capaz de valorar lo que indudablemente era un arte cinematográfico intrínseco, un producto de la creación de nuestros artistas. Y eso, aun a sabiendas del riesgo de favorecer la creación de un cine de festival -se han hecho películas para ir a concursos, comose hacen canciones o programas de televisión y de radio-, favoreciendo unas modas intelectuales, a veces a costa de una línea comercial de buena categoría, que es en la que trabajan las multinacionales, y de la creación de una cultura cinematográfica coherente.

Y ahora estamos descolgados de Cannes. Por evitar la desolación de atribuirlo a la ausencia temporal de una persona clave y al laberinto de los funcionarios perdidos, hemos de acudir a la imagen clásica de la conjura. La guerra de Cannes la dominan las multinacionales que proceden de Estados Unidos: luchan por un mercado universal que algunos creen que es tan bueno como el de los Oscar, y tienen medios para hacerlo, aparte de grandes películas. El enfrentamiento francés parece ser el fruto de una política general, que sería el mismo cuya doctrina expone Mitterrand incesantemente, y muy precisamente en el tema de la operación Eureka, para ofrecer una solvencia europea y unas labores con que salir de la amenaza de la dependencia definitiva. A nadie se le oculta lo que hay también de nacionalismo francés en estas operaciones, y el interés de París en que, al atrapar para Europa el festival de Cannes, sea precisamente para Francia. Las críticas que se han hecho al comité de selección se centran en que dejan al jurado prácticamente desnudo ante estas opciones y que se han despeñado deliberadamente algunas cinematografías significativas del año, entre ellas la española. La falta de intervención sobre ese jurado de selección aparecerá siempre y afectará al Instituto de Cinematografía y a las comisiones españolas de industriales del ramo, los dos tan diligentes -aunque no siempre concordes- en las conquistas de otros mercados exteriores. Probablemente el palmarés reflejará esa batalla y se cubrirá con reflejos de cine de autor, con presencias del Tercer Mundo o con algunos países convenientes y utilitarios en los puestos menos significativos. Ninguno de esos nombres oficiales será español, y eso representa una decepción con respecto al panorama anterior y una sospecha con respecto a la situación actual de la elaboración interior y exterior de nuestro cine.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_