La guerra, protagonista este año de la televisión soviética
Ante los telespectadores aparece un señor de mediana edad con una sartén en la mano. Desolado, muestra el fracaso de su intento culinario. Los blinis (crêpes) que estaba preparando se han quedado totalmente adheridos al fondo del recipiente. La solución, sin embargo, está en los cursos de cocina de la empresa Zaria, donde, en sesiones teóricas y prácticas, le enseñarán a uno a preparar sabrosos platos de la cocina rusa.La escena pertenece a un spot publicitario de los que se muestran en la sección de anuncios -Reklama- de la televisión soviética, un cuarto de hora que se emite de cuando en cuando, sin día fijo. Una exposición sobre la historia de los bomberos, la lotería, objetos de madera para el hogar y relojes digitales con baterías "que se cambian en un minuto y funcionan durante un año" son algunos ejemplos tomados de uno de los recientes programas. Los anuncios, junto con el programa de aerobic (titulado Gimnasia rítmica), son uno de los espacios de la televisión soviética que, de entrada, más pueden llamar la atención de un espectador occidental.
Un ambiente de discoteca, con focos en el techo y una animada música bailable, enmarca el programa de aerobic. Una. bella chica rubia en malla y calcetines a rayas dirige la sesión, que secunda un conjunto de jóvenes de atléticas proporciones, danzando al son de estrepitosos ritmos no exactamente identificables como occidentales. El aerobic es una de las recientes incorporaciones de la televisión soviética, cuyos programas suelen ser más clásicos y están centrados este año en el 40º aniversario del fin de la II Guerra Mundial.
Ésta es la hora de los veteranos, y éstos, de uniforme o con medallas y condecoraciones sobre la americana, aparecen en las pantallas, de la mañana a la noche, recordando sus hazañas bélicas. Las películas de guerra, por entregas o en un solo pase, son también plato fuerte estos días. Un cálculo hecho sobre la semana del 15 al 21 de abril indicaba que en el primer canal de la televisión soviética -que emite un promedio de 13,5 horas diarias- había un total de 10 horas (tiempo semanal) dedicadas a la guerra, con espacios que iban desde coloquios a la lectura de poemas sobre el tema de los veteranos.
No se acaba, sin embargo, hoy, Día de la Victoria, ya que, según nos manifiesta el director jefe de programas de la. televisión soviética, Dimitri Biriukov, "no vamos a olvidarnos de ellos".
En los dos canales de ámbito estatal, la programación comienza a las ocho de la mañana (hora de Moscú), con la opción entre 15 minutos de gimnasia matutina o la repetición del programa Vremia, el telediario de la noche anterior, que, según Biriukov, es el espacio más popular de la televisión soviética en lo que: a número de espectadores se refiere. Vremia (tiempo) dura 35 minutos y se emite no sólo por los dos canales nacionales, sino por todos los que existen dependientes de las 15 diferentes repúblicas y emisores en las diferentes lenguas locales.
Al igual que otros informativos y espacios sociopolíticos, Vremia es obligatorio en la amplia y compleja red de la televisión soviética. Ésta cubre las 10 zonas horarias del país, con 4.000 repetidores, además de los satélites Molnia, Raduga, Gorizont, Statsionar, y 90 estaciones terrestres receptoras de los satélites órbita. Los Órbita 1, Órbita 2 y Órbita 3 se encargan de llevar las imágenes de Moscú a una zona que abarca desde la península de Kamchatka y la isla de Sajalín, al extremo oriente de Siberia.
Enorme red
La gigantesca red de estaciones locales posee un total de 116 centros que transmiten programas elaborados por las repúblicas o las regiones. La programación televisiva regional "cubre acontecimientos locales y tiene rasgos distintos vernáculos", según datos de la televisión soviética.
En Moscú, los telespectadores tienen acceso a cuatro canales. El primero, que cubre el 90% de la población de la URSS, es el más importante. El segundo, con 13,5 horas diarias de programación, da más énfasis a los temas juveniles, musicales, culturales y deportivos, pero, al igual que el primer canal, tiene una programación de amplio espectro. El tercer canal, con 4,5 horas diarias de programación, sigue la vida noticiosa de la capital de la URSS, y el cuarto canal -con 3,4 horas diarias- está pensado especialmente para la educación a distancia, de acuerdo con los programas del Ministerio de Educación. En este cuarto canal hay excelentes documentales de divulgación científica y cultural, conferencias de arte y literatura, y también los cursos de idiomas extranjeros, entre ellos el de español (con acento cubano y combativas canciones latinoamericanas) y el de inglés, a base de los cursos de la BBC.
La programación no es rígida, y un espacio que aparece un día por un canal puede muy bien repetirse al día siguiente por otro para que los empleados en diferentes turnos de trabajo tengan acceso a él. Si se atiende a los datos facilitados por representantes de la televisión soviética, los programas más populares, además de Vremia, son los informativos. De éstos, El mundo de hoy se emite dos veces al día, y Panorama internacional, una vez a la semana. Los acontecimientos de los países socialistas se cubren en el programa Comunidad. Mientras en los sozstran, denominación coloquial para los países socialistas, parece reinar una paz beatífica y un progreso ininterrumpido, de acuerdo con las imágenes de pilas eléctricas de producción germanooriental y aparatos eléctricos Videoton fabricados en Hungría, en los kapstran (países capitalistas) el panorama que observa el telespectador soviético es muy otro. Entre las imágenes que se repiten hasta la saciedad están las de los pobres en Estados Unidos, las marchas pacifistas y las escenas de violencia. En este cuadro, a España le corresponden escenas rurales de sequía, manifestaciones e imágenes de parados.
La mitad del tiempo de Vremia está dedicado a la economía nacional, señala Biriukov, y aunque se reconoce que el programa es pesado -los discursos importantes se leen enteros en la pantalla, duren lo que duren-, no hay intención de cambiar la proporción y naturaleza de los contenidos. "No vamos a ir por el camino de otras televisiones occidentales, con sensacionalismo y crímenes. Nuestra temática es no cambiar, aunque pensamos en cómo mejorarla", dice Biriukov.
Propaganda
La propaganda constituye un elemento fundamental en el extenso repertorio de la televisión soviética, que se ha ampliado recientemente con dos programas dirigidos a los jóvenes. El mundo de la juventud y Hasta 16 y mayores son el resultado del pleno del Comité Central de junio de 1983, donde se insistió en incrernentar el trabajo ideológico y propagandístico entre la juventud. En el Mundo de la juventud aparecen de cuando en cuando videoclips occidentales. Entre los clásicos infantiles que hacen las delicias de los mayores está el programa Buenas noches, pequeños, el equivalente al antiguo Vamos a la cama español. Este programa, que se emite a las ocho, cuenta con la presencia de unos populares muñecos sobre los que existen chistes y anécdotas que los vinculan a la vida política. Se trata del cerdo Jriusha, el oso Misha y el perro Filia. Los dibujos animados que se muestran aquí son de una gran calidad y belleza. Entre los programas de entretenimiento más populares está Correo matutino, que se emite durante el fin de semana y que da conciertos de música moderna, y los espectáculos nocturnos. Otro espacio popular es el concurso ¿Qué, dónde, cuándo?, que enfrenta a los telespectadores con un equipo invitado.
Llegan anualmente 4,5 millones de cartas a la televisión soviética, según el redactor jefe de los programas de divulgación y científicos, E. Egorov. La televisión parece preferir las cartas al contacto directo con los espectadores por vía telefónica. El dirigente afirmaba que el sistema de cartas es "más democrático y serio", ya que permite agruparlas por temas y preparar con tiempo las respuestas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.