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Un cabo de la Guardia Civil mata de un disparo a un joven cuando cogía caracoles en un pueblo de Guadalajara

El joven de 21 años Juan Carlos Benito Gardiaga falleció en la madrugada de ayer al ser atravesado por un disparo efectuado por el cabo primero de la Guardia Civil Jesús Gómez Moreno cuando, junto con dos amigos, cogía caracoles en el término municipal de Auñón (Guadalajara). Según manifestaron a este periódico los dos amigos que le acompañaban, Manuel Nuevo Martínez y Santiago Martínez Garrido, el cabo de la Guardia Civil no dio el alto en ningún momento y disparó una ráfaga sin previo aviso a menos de 100 metros de ellos Los familiares del fallecido, que hace una semana se había licenciado de la mili, calificaron el hecho de "crimen imperdonable".

La nota oficial de la Guardia Civil afirma que la pareja de agentes sospechó que "podría tratarse de delincuentes habituales por lo que detuvieron el coche, encendieron el rotativo azul y dieron la voz de alto". Esta información y la versión de la Guardia Civil recogida por TVE ha causado profunda indignación en la familia del fallecido y entre los vecinos de Sacedón que han precisado a este periódico que se trata de una "burda mentira", y se preguntaban cómo puede confundirse con delincuentes a personas que no se ven.Según la versión de los dos amigos de Juan Carlos Benito Gardiaga, que también facilitaron a la Guardia Civil y al juez, el cabo de la Guardia Civil Jesús Gómez Moreno no hizo señales luminosas ni dio el alto y disparó una ráfaga con su subfusil a menos de cienrnetros de los mucha chos. Entonces todos se tiraron al suelo y apagaron las linternas Juan Carlos Benito emitió varios quejidos y calló. Sus dos compa ñeros manifiestan que "sentimos como las balas silbaban sobre nuestras cabezas".

Manuel Nuevo Martínez, de 35 años, le dijo al cabo de la Guardia Civil que había matado a su compañero, a lo que éste contestó: "Eso es mentira, se habrá herido con un junco". Posteriormente, según la versión de los jóvenes, el cabo les obligó a subir el cuerpo de su amigo hasta el vehículo, mientras les apuntaba con el subfusil.

En ese recorrido el cabo de la Guardia Civil se tropezó en dos ocasiones y en ambas cayó al suelo. Según el concejal socialista Máximo Prieto, encargado del bar Capri, situado en la localidad de Sacedón, próxima a Auftán, el cabo Regó con el otro agente sobre las 11 de la noche al establecimiento y tomó un brandy y un ron con limón. Otro vecino informó que anterior o posteriormente se tomaron ambos otra copa en la cafetería Mariblanca. Por su parte, el albañil propietario del único bar de Aufión comentó en alto en la mañana de ayer al gobernador civil de Guadalajara que el cabo de la Guardia Civil tenía atemorizado al pueblo y se emborachaba con frecuencia. El cabo Jesús Gómez, de 30 años, había llegado a la comandancia de Guadalajara el 1 de octubre de 1984 y había estado destinado anteriormente en San Sebastián.

Atravesado

Cuando llevaron a la consulta del médico de Auñón el cuerpo del muchacho, éste ya había fallecido. El proyectil le había atravesado lateralmente. Le entró por un costado, le atravesó el cuerpo de forma ascendente y quedó alojado en un hombro.

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Ningún miembro de la Guardia Civil informó de lo ocurrido a la familia, que se enteró a través del alcalde de Auñón sobre las 10 horas de ayer.

La Dirección General de la Guardia Civil ordenó ayer el arresto preventivo del cabo y la apertura de una investigación por utlización indebida del arma, con independencia del proceso judicial. Algunos vecinos de Sacedón, localidad de unos 3.000 habitantes, se desplazaron a Auñón en la mañana de ayer, "donde intercambiamos algunas palabras con los jefes de la Guardia Civil", precisó uno de ellos.

Según nuestro corresponsal en Guadalajara, Santiago Barra, el gobernador civil, Eduardo Moreno Díez, y mandos de la Guardia Civil interrogaron al guardia que acompañaba al cabo primero, autor de los disparos. Según su versión, el guardia Joaquín León Arias vio unas luces y se lo comunicó a su superior. "Nada más parar el coche, el cabo primero se bajó del mismo, produciéndose unos disparos". El gobernador manifestó que no se había podido precisar si el cabo efectuó los disparos antes de dar el alto, aunque no lo consideró un hecho relevante: "Lo ocurrido no tiene explicación, ya que los guardias tienen instrucciones explícitas de no disparar".

Tres incidentes con resultado de muerte

Desde 1982, miembros de la Guardia Civil han sido protagonistas de tres incidentes graves en los que se produjo la muerte de otras tantas personas. El día 2 de marzo de 1982, en Trebujena (Cádiz), el guardia civil Juan Macías disparó contra los ocu pantes de una motocicleta que desatendieron la orden de detenerse, por creer que setrataba de los presuntos ladrones de una cabra en una finca de las proximidades. Como consecuencia de los disparos resultó muerto Igna cio Montoya, de 18 años de edad, y herido de gravedad su acompañante, Antonio López de 16 años. Antonio López declaró dos días después que ellos no habían robado el animal y que su primo sólo había intentado ordeñar la cabra para beber un vaso de leche, lo que hacía con frecuencia cuando ambos salían al campo a recoger espárragos. El juicio contra el, guardia civil comenzó el día 3 de abril de 1984, en la Audiencia Provincial de Cádiz, y fue condenado a la pena de un año y seis meses de prisión menor, indemnización de dos millones de pesetas a la familia de la víctima y 200.000 pesetas al herido.El guardia civil Enrique Gómez Guerra fue procesado por presunto delito de imprudencia temeraria, por disparar contra un Simca 1200 el día 20 de febrero de 1983 en un control que la Benemérita había instalado en la localidad de Valmojado (Toledo). A consecuencia del disparo murió el niño de dos años Juan Félix Domínguez y resultó herida su madre, Florencia Martín de la Fuente, esposa del conductor. La Audiencia de Toledo le, condenó a dos meses y un día de arresto, con indemnización de un millón de pesetas. La acusación particular solicitaba una condena de 12 años y un día, con indemnización de cuatro millones.

Una joven de 19 años, Felisa de la Varga Rodríguez, resultó herida muy grave el día 2 de octubre de 1983, cuando se encontraba con su novio, José Luis Otero, en el interior de un coche, matrícula de Bilbao, en un lugar de las afueras de León. La pareja se percató de la presencia de un automóvil que se paró detrás e hizo señales con la luz larga. A continuación vio que dos personas se acercaban con una linterna, y ante el temor de que se tratara de delincuentes, el novio puso el motor en marcha para huir, momento en el que sonaron disparos. En marzo, la Audiencia Provincial de León reabrió el caso, al estimar el recurso de apelación de la acusación particular. El titular de este tribunal, Alfonso Lozano, había ordenado archivar las diligencias, por considerar que no existía motivo suficiente para que "el hecho fuera constitutivo de infracción penal".

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