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Un iraní se prende fuego ante unas oficinas de Cruz Roja

Poozesh Gholamhossen, iraní, de 48 años de edad, que tramitaba su acogida en España como refugiado político y sufría un fuerte desequilibrio, por el que estaba en tratamiento psiquiátrico, se prendió fuego al estilo bonzo, ayer, ante la sede del Servicio de Refugiados de Cruz Roja Española. Su estado es gravísimo.

El impulso suicida de Gholamhossen parece que estuvo motivado por la resistencia que creía encontrar en Madrid para que se reconociera el valor de su creatividad artística, según fuentes del Servicio de Refugiados de Cruz Roja.Gholamhossen llegó a España el pasado día 8 de febrero y a mediados de marzo tomó contacto con el Departamento de Refugiados de Cruz Roja Española. Le había sido aceptada a trámite en la Dirección General de Documentación, del Ministerio del Interior, la solicitud para ser reconocido como refugiado político. Mientras se resolvía su expediente, a Gholamhossen se le dio la ayuda habitual que el Gobierno proporciona a refugiados y asilados a través de un concierto entre varios organismos. "Era un hombre culto, elegante, refinado", describe la asistenta social, licenciada en Arte, que le fue asignada en Cruz Roja.

Durante la última semana, el iraní había dado muestras de un fuerte desequilibrio emocional y mental, por el que se le daba tratamiento psiquiátrico. Todos los días, a las ocho de la mañana, acudía a consulta médica en la sede del Departamento de Refugiados de Cruz Roja, en la calle de Juan Montalvo, número 3.

Ayer, el iraní acudió a las citadas oficinas de Cruz Roja, como todos los días. A las 11.30 salió a la calle. Un momento después estaba ante la puerta acristalada envuelto en llamas y movía los brazos en forma de aspa. Se había empapado con dos litros de gasolina, a la que prendió fuego. Varias personas con los extintores de la oficina, chaquetas y abrigos, sofocaron las llamas.

Gholamhossen fue atendido en el servicio de urgencias de Cruz Roja y después en el centro de quemados de la misma organización, en la calle de Lisboa. Sufre quemaduras de tercer grado en el 35% del cuerpo.

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