Ternura de la soledad
Si las películas de Jaime de Armiñán tienen resultados desiguales su poética es constante. Cronista de amores suaves llenos de ternura y de un ligero dolor, también lo es del aspecto negro de una España aún anclada en tradiciones y manías, cerrada a libertades, vigilante de los pecados ajenos, pobre y sin imaginación. En esas constantes realizó su mejor obra, Mi querida señorita, en la que el humor no ocultaba la pesadumbre por una pobre mujer que debía aceptar su extraña condición masculina para enfrentarse a un mundo que no la entendía y para el que educacionalmente no estaba preparada.En una obra que ha tocado diversos aspectos de la sociología de la posguerra española, Jaime de Armiñán ha retomado en Stico, hasta ahora su última película, la, crónica de la mediocridad como meta, el universo de los mesócratas dispuestos a exprimir el genio de los irrepetibles para su mezquino y rápido ascenso social.
El Nido, filmada en 1980, ha sido uno de sus grandes éxitos. Sin caer plenamente en la tentación que a veces le ronda, la del ternurismo, narró esa historia que surge con frecuencia en los cineastas españoles que atraviesan su medio siglo de edad: el balance íntimo que supone decir adiós a una forma de vida, recuperar la nostalgia, sentir la agresión o simpatía que provoca la vitalidad de los jóvenes..., sentimientos que en el caso de los españoles de la generación de Armiñán (Madrid, 1927) conlleva el heredado por la frustración de una guerra que la mayoría vivió en la derrota pero que tampoco, en ese balance, satisfizo a quienes vencieron.
Alejandro, el protagonista, vuelve cansado a su nido, un paisaje de Castilla que le entristece. Nada le conmueve hasta que Goyita, al borde de la adolescencia, turba su melancolía. Encandilado, a medio camino entre el amor y un vago sentimiento paternal, Alejandro recobra el placer de la vida aunque, como es previsible, ello le acarree no pocos problemas con los habitantes de ese escondido y personal nido.
A partir de este esquema, Armiñán planteó una historia que no acaba en sí sino que se prolonga a la realidad de otros personajes, quizá lo mejor del filme, muy especialmente al del cura interpretado por Luis Politi, con quien Alejandro (Héctor Alterio) mantiene unas secuencias llenas de vigor. Agustín González como el sargento de la Guardia Civil, El Muñeco, Patricia Adriani como la maestra y María Luisa Ponte como la criada conforman el resto de un excelente reparto que supo canalizar ese inteligente humor que late en los mejores apuntes del autor.
El Nido se emite hoy a las 22.40 por la primera cadena.
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