Los últimos pases de la temporada
Las pequeñas firmas de vanguardia se codean en estilo y calidad con los confeccionadores industriales
La segunda edición de Gaudí-Mujer, celebrada en marzo, en el antiguo mercado de El Borne, de Barcelona, demostró una vez más que sigue siendo el salón más coherente y profesional de la moda femenina en España.Los 51 expositores que incorporan la Asociación Gaudí representan un equilibrio entre firmas pequeñas de vanguardia (Pedro Morago, Vento, Insólito, María Luisa Rabell, Joaquín Ferrer, Woolstock, etcétera) y otros más industriales con líneas clásicas pero actuales (Genfins, Pulligan, Lady Bonser, Starpan, etcétera).
Desde que la Administración ha optado por apoyar económicamente el salón femenino de Madrid, la Generalitat de Cataluña ha asumido la responsabilidad de subvencionar este salón con cifras que oscilan entre los 8 y 12 millones de pesetas, además de invertir 10 millones en los desfiles de creadores. Han acudido a visitar las casetas (que cuestan 9.500 pesetas el metro cuadrado) compradores profesionales, incluyendo a Galerías Lafayette, Harrods, Harvey Nichols, Horten y Sarma Penney, además de Prensa extranjera y nacional.
Paralelamente se celebraron los desfiles, perfectamente organizados por el equipo profesional Buque, que sólo se vieron ensombrecidos por el tragicómico desfile-fiasco de Tina Múgica (aún no se comprende cómo pudo llegar a ocupar la pasarela por la total incongruencia de sus prendas, desprovistas de elementos fundamentales como medias y calzado). Es hora de que la moda esté por encima de la política.
Las propuestas que ofrecieron los diseñadores en la pasarela con vistas al otoño-invierno 19851986 son diversas: Margarita Nuez, cortes y confección impecables para esta maña afincada en Barcelona, sobre líneas clásicas, a base de siluetas alargadas para abrigos de hombros anchos en puras lanas de tweeds, espigas, príncipe de gales o rayas negras y avellana, faldas pantalones, faldas cortas y largas y vestidos abrigo, todo en tonos grises, marrones, azules y morados.
Roser Marcé. Esta catalana que se ha abierto camino en el mercado internacional lanzó una propuesta divertida (para hombre y mujer) inspirada en personajes dickensianos (David Copperfield, Oliver Twist), con chaquetas largas tres cuartos, fraques y pantalones de cuadros con sombreros de copa; además de un dandi más sofisticado, reminiscente en indumentaria de Amadeus, Luis XIV y el cantante de rock Prince, a base de pantalones ceñidos, blusas de encajes y puntillas, chaquetas entalladas con levitas, pelucas y maquillajes demacrados, que parecía una escena del baile de los vampiros, como en la película de Polanski del mismo nombre.
Sybilla, joven promesa de 21 años, que habita en Madrid, demostró su dedicación a una labor artesanal para piezas de formas muy originales, dotadas de detalles especiales, como sus solapas, que acaban en curvas, los múltiples botones adornos en forma de bolas negras, sus cuellos de comodín, todo en pelo de camello, gabardinas belladrina, angoras, sedas y algodón, en tonos como berenjena, musgos, ocres y grises.
Destacaron su abrigo blanco en pelo de camello bordado con estrellas negras, su larga falda-cuIona con trasero postizo, sombreros insólitos como el tiesto negro con docena de rosas y, finalmente, el vestido de pétalos de rosa marchita en seda moiré rojo.
Jordi Cuesta. Este joven catalán, de 25 años, que lleva una trayectoria espectacular, desilusionó a sus fans por la falta de novedad en una colección demasiado comercial, sin evidente evolución, limitándose a utilizar las mismas formas que presentó para primavera, que, si bien funcionaron entonces por la suavidad y ligereza de los tejidos, resultaron rígidos y acartonados en las gruesas lanas y tejido de alcántara para sobreposiciones de prendas.
Agatha Ruiz de la Prada. El alegre y divertido desfile de la joven Agatha, con maniquíes bailando y gritando entre globos y multitud de aficionados, no disimuló la falta de imaginación en una colección que más bien parecía una repetición del año pasado en Las Atarazanas para sus ya conocidos minivestidos inflados, monos cortos y vestidos-pañuelos, cuya única variante fue las maravillosas sedas estampadas (dibujos hechos por Agatha) de la firma italiana Ratti.
Tocut-Colección Nacho Ruiz. Es la primera colección diseñada
Los últimos pases de la temporada
por este madrileño en colaboración con la firma catalana Tocut. Una colección corta en la que destacó una línea sportwear en tejidos como esterilla de algodón, terciopelos de lona, muflones ligeros y napas con punto para chaquetones tres cuartos, cazadoras ablusonadas y holgadas y pantalones estrechos tipo jodphur en ciruelas, verdes bosque, rojos y vinos, todo con aplicaciones de napa. Presentaba también una línea fantasía para noche a base de terciopelo azul royal, rojo fuerte y verde esmeralda para chaquetas entalladas con levitas, pantalones bucaneros y botas postizas de los tres mosqueteros por encima de las rodillas.Toni Miró. Clausuró el encuentro en pasarela este gran creador con una de sus mejores y más coherentes colecciones femeninas, donde jugó la baza de mezclar colores vivos entre sí (verdes aguamarinas, turquesas, fucsias, naranjas, lilas, rojos, etcétera), inspirados en Gaugin y Matisse. De esta forma coincide con la pauta internacional para formas entalladas y ajustadas en chaquetones siete octavos, chaquetas cortas, pantalones estrechos, globos, faldas rectas, ánforas, gabardinas y abrigos, blusas ajustadas y bodies ceñidos, todo en calidades nobles como puntos de seda, seda salvaje, lanas puras, lana-algodón y cheviots.
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