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Tribuna:EL AÑO INTERNACIONAL DE LA JUVENTUDJESÚS MARIA MONTEROLos jóvenes no son ya el futuro de la sociedad, sino una amarga realidad en el presente, según el autor de este artículo. En él hace a los jóvenes una propuesta de imaginación para modificar la condición juvenil y el aumento de su protagonismo.
Tribuna
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Una oportunidad para innovar

Los jóvenes somos un colectivo social con numerosos problemas (desempleo, inestabilidad, no cualificación ... ) e inquietudes reprimidas (relaciones personales, valores sociales, derechos civiles), todo ello interrelacionado en torno al bloqueo a nuestra inserción social y aspiraciones, como consecuencia de esta crisis basada en la irracionalidad que destruye empleo, ecosistemas, riqueza, futuro, etcétera.La marginación juvenil constituye un problema de Estado, y como tal debe ser abordada. Sobran las intenciones y la superficialidad, urge abordar la transformación de las estructuras y los valores responsables de esta situación. No porque seamos el futuro de esta sociedad, sino porque somos una amarga realidad en el presente.

Así, el Año Internacional de la Juventud es un buen pretexto para superar las limitaciones de una insuficiente política de juventud que cercena sus posibilidades al reducirse al tiempo libre, e iniciar entonces una política juvenil cuyos objetivos sean la modificación de las condiciones de vida de los jóvenes (empleo; cooperativismo; enseñanzas medias; vivienda; dignidad en el servicio militar y en el derecho a la objeción de conciencia; prevención, asistencia y reinserción de los toxicómanos ... ) y el estímulo a nuestro protagonismo social.

Todo ello dentro de una opción sincera por una política de neutralidad activa, de solidaridad internacional, de freno a los procesos de militarización del pensamiento y de la sociedad; una política de ocupación y formación estable para los jóvenes, y la creación de los mecanismos de participación efectiva de los jóvenes.

El Año Internacional de la Juventud es también una oportunidad para articular un movimiento juvenil progresista que impulse esa política juvenil alternativa, lo cual exige un serio esfuerzo de renovación de las experiencias asociativas y el estímulo a otras expresiones desde una inequívoca identidad juvenil y un compromiso unitario. Las actuales asociaciones están condicionadas por la estrechez y el sectarismo; hay una ¡lógica competitividad entre organizaciones identificadas con ideas progresistas, quizá porque todavía pervive ese espíritu totalizador de los jóvenes y sus aspiraciones. Es, esta tendencia la que los movimientos juveniles precisan renovar. Es necesario recuperar el carácter unitario, único capaz, como la experiencia así nos indica, de multiplicar por cien la influencia, de recuperar nuestro propio lenguaje, nuestras aspiraciones, sin condicionarlas a estrategias más de fondo.

Por otra parte, existe todo un desierto asociativo, una disgregación en distintas sensibilidades juveniles (estudiantil, barrios ... ), y otras son muy débiles; en cualquier caso, promover el encuentro de asociaciones, la unidad de acción, puede permitir superar las limitaciones actuales. Al margen de perspectivas particulares, a la mayoría de los movimientos juveniles nos une tal cantidad de aspiraciones que el no coordinarnos supondría una irresponsabilidad, pues nuestro sectarismo estaría siendo coartada de nuestra propia marginación.

En ese sentido, una propuesta a debatir sería la posibilidad de poner en marcha un proceso sectorial y descentralizado de encuentro de colectivos y asociaciones para elaborar propuestas concretas, concluyendo en un foro juvenil donde se recogiera todo ese proceso, constituyendo así una alternativa a las burocráticas comisiones del ministerio del Año Internacional, que aparcan a medio plazo iniciativas urgentes por falta de voluntad política.

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Y, por último, el Año Internacional de la Juventud es un reto para los propios jóvenes. Los mismos que nos dedican este evento son los sordos a nuestras inquietudes, y ellos han movido su pieza. Ahora nos toca a nosotros mover la nuestra, decir la nuestra; para ello hemos de pasar de la frustración, la impotencia y reivindicar el derecho a disentir... de la irracionalidad y la locura nuclear, de un futuro de plástico y tecnocracia, de una economía basada en la explotación del hombre y en los desastres ecológicos, del hambre y los gastos militares, del círculo de las multinacionales del disco, de las relaciones patriarcales, del tiempo no ocupado -que no libre-; en suma, disentir de una sociedad que nos ofrece todo y al mismo tiempo nos lo niega.

Por si acaso se acaban los 365 días de jauja, comencemos a pedir un Siglo Internacional de la Juventud; ahora bien, si nos ponemos a currar, a movernos con ilusión y unidad, no hará falta ese siglo porque habremos empezado a cambiar nuestra vida cotidiana, y con ello las; realidades actuales. Es, pues, una invitación al placer... de renovar una política sin vitalidad y urta sociedad caduca.

es secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas de España.

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