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Los tibios murmullos de las nueces europeas

El acuerdo logrado a últimas horas de la madrugada de ayer, en Bruselas, para la integración de España en la Comunidad Económica Europea cotizó al alza en la Bolsa de Madrid, tal y como ya se esperaba. Pero algunos operadores pensaban que se registraría una reacción bastante más contundente que ese discreto repunte de 68 centésimas en el índice general.Los analistas, sin embargo, ya habían anunciado hace más de una semana que la entrada de España en la Comunidad despejaba algunas incógnitas, lógicamente, al tiempo que planteaba otras nuevas. En definitiva, los expertos del mercado aguardan en estos momentos poder contar con toda la información sobre el alcance del compromiso y establecer las repercusiones para los sectores económicos españoles e incluso para empresas concretas. Por ello no es de extrañar que el histórico acuerdo sirva, a nivel bursátil, para establecer un nuevo paréntesis de meditación y reflexión.

Este relativo pesimismo es fuertemente contestado por algunos operadores particulares, que prevén un fuerte repunte de la bolsa en las primeras jornadas del próximo mes. Su diagnóstico se basa en las consecuencias del acuerdo comentado anteriormente, en la seguridad casi plena de que el sector eléctrico mantendrá o mejorará ligeramente los dividendos, al tiempo que se liman las diferencias en el tema de los intercambios de activos. También inciden en el excelente comportamiento de Telefónica, en el mejoramiento del sector bancario y en pretendidas inversiones extranjeras prestas a llegar a los mercados españoles.

Los inversores institucionales, por el contrario, no se muestran tan confiados. Los datos macroeconómicos pesan como una losa en el ánimo de estos operadores que, no se puede obviar, pueden determinar por su importancia la evolución del mercado. Estos expertos se interrogaban ayer el objetivo gubernamental a la hora de estudiar una rebaja de las retenciones a cuenta del impuesto sobre la renta, de las personas físicas (IRPF), ya que esa decisión aumentaría la liquidez existente -que está sirviendo para incrementar las tensiones inflacionistas- y fomentaría el consumo -que también comportaría elementos inflacionistas.

Ese hecho es más bien anecdótico, pero los analistas quieren ver en todo ello las dificultades que atraviesa el equipo económico gubernamental para mantener la economía española dentro de los objetivos propuestos inicialmente. Es difícil encontrar un experto que no dude que el precio del dinero ha llegado a su suelo y que será difícil que las entidades -bancarias puedan rebajar aún más el precio de sus créditos, con lo que la pretendida potenciación de la inversión privada podría quedar en agua de borrajas.

Al mismo tiempo, tampoco se olvida que el descenso del dólar -por debajo de las 170 pesetas- favorece a las empresas que tienen contraída deuda exterior en la divisa estadounidense, pero que el nivel de competitividad de las exportadoras -uno de los pilares en los que se ha basado el mejoramiento de la coyuntura- se está situando bajo mínimos. Así las cosas, parece que la bolsa, a pesar de que pueda gozar todavía algunas jornadas más de ese impulso comunitario, proseguirá con la actitud de "esperar y ver".

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