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Reportaje:

Josefa Vera

La enfermera que cuida del hispanista Gerald Brenan

Josefa Vera tiene el trabajo más importante de Alhaurín el Grande: atender a Gerald Brenan. Cuando inició sus cuidados, Josefa subía cinco días por semana a la cañada de Las Palomas, paraje desde donde se divisan los tejados del pueblo. Allí tiene su casa el hispanista, siguiendo su instinto montaraz. Ella admira en el paciente su cortesía para con las enfermeras y su entusiasmo por la escritura. "Sigue escribiendo, aunque no tiene fuerza en la mano y ya no se puede leer lo que pone". Ahora, Josefa está preocupada porque ha habido que internar a Brenan en un hospital y el hispanista sufre por ello. "Piensa que le hemos llevado a la cárcel".

Josefa estaba una buena mañana en el bar de su marido, en Alhaurín el Grande, cuando el concejal de Cultura del Ayuntamiento se le acercó para ofrecerle el trabajo. "Yo soy auxiliar de clínica y acepté inmediatamente". Ahora forma parte de un equipo de tres mujeres que cuidan del hispanista. "Hay otra enfermera, Mari Carmen García, y Carmen, la cocinera. Solemos ir a la casa cinco olías por semana, turnándonos de: tal forma que siempre estemos dos de nosotras con él".Admira la cortesía de: su paciente, que no se resigna a ceder ciertos usos propios de un caballero: "No puede andar, así que le llevamos casi en andas hasta la butaca. Pero una vez allí se apoya en los brazos del sillón y hasta que no nos hemos sentado nosotras él no se sienta. Dice que un caballero siempre tiene que esperar, y que si está enfermo o mayor es lo mismo. A veces nos dice piropos, y hasta alguna picardía. 'Si yo fuera joven...". Eso los días que se mantiene lúcido, que no son muchos. "A veces desvaría, dice cosas que no se le entienden bien..

Estos días Josefa está, preocupada. "Él no sabe que está en un hospital. Cree que está en la cárcel y nos dice que volvamos a casa".

"También nos pide cerveza con chorizo, que a veces le dábamos en casa, y el té de las cinco, y claro, aquí no se lo podemos dar. Tampoco puede escribir. A mí me llama la atención cómo intenta escribir, a pesar de que apenas tiene fuerzas para apretar la pluma en el papel. Le salen unos garabatillos que nadie puede leer luego, pero se resiste a dejarlo. Cuando no escribe, no deja de leer. Ahoira está con dos libros de Ian Gibson, En busca de José Antonio y La muerte de García Lorca".

A Josefa le gusta la vida tranquila y monótona de la casa de Brenan, sólo rota en los fines de semana, cuando van "antiguos amigos, algún admirador, algún político. Entonces hay más actividad en la casa. Lo malo es que muchos días no está lúcido y no puede sacar provecho a estas visitas". Josefa Vera había oído hablar de Brenan desde niña, "como toda la gente del pueblo". Sabía "que era inglés, que había escrito mucho sobre España. Luego he visto que ha llegado a conocer y a querer a España, y ha explicado cómo somos a mucha gente. Por eso merece ahora que hagamos todo lo posible por él". La auxiliar de clínica considera perfecto el emplazamiento de la casa de Brenan, fuera del pueblo, arriba, en la cañada de Las Palomas. "Siempre le ha gustado la montaña a este hombre. Creo que por eso ha llegado a vivir tantos años. Por el aire de la montaña y por las caminatas. Pero ahora está muy mayor...".

Josefa Vera no tiene niños por el morriento. "Si tuviera alguno sería bonito que fuera escritor. Es un buen trabajo. Tiene que ser apasionante, un trabajo de enamorar, porque hay que ver los esfuerzos que hace este hombre para seguir escribiendo", asegura. "Ojalá volvamos pronto a casa", desea con ahínco Josefa. "Ojalá pueda seguir él con sus garabatillos. Sin eso, sin su escritura, le falta todo".

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