Kafka buscaba fantasmas en el castillo de Praga
Los analistas coinciden casi por unanimidad -lo que no es frecuente- en que el mercado bursátil se encuentra en una situación óptima y que a partir de este momento sólo cabe esperar una recuperación más o menos importante. Estos criterios absolutamente positivos no se vieron ensombrecidos con la leve flexíón a la baja registrada ayer,justo en unos momentos en que comienza a despejarse el horizonte del ingreso español en la CEE.Lo cierto es que las razones de esta actitud se basan más en el olfato del mercado que en sesudos criterios. La bolsa va a subir porque no se ve una causa para que baje, viene a ser la síntesis expuesta por los analistas. Claro, si no existen razones para que baje eso quiere decir que sí las habrá para que suba. La diferencia, que en la lógica más estricta sería una perogrullada, no deja de tener su importancia en la mentalidad bursátil.
Por eso, el feeling de los expertos olvida el varapalo sufrido ayer por Telefónica -la acción perdió un entero y el cupón una peseta- para fijarse más en la estrategia de esta empresa, que se está convirtiendo en protagonista de la tecnología de vanguardia en España. Tampoco descuidan la diferencia entre las acciones antiguas y las nuevas, así como las novísimas en ciernes, y que se resolverá en beneficio de los precios posiblemente el próximo lunes, a decir de los conocedores del mercado. Junto a ello, el escaso volumen de cupones negociados supone que la operación de la empresa de comunicaciopnes se dirige a su recta final con alguna carga de profundidad que quizá nunca llegue a explosionar.
Mayor incidencia parece tener en estos momentos el comportamiento de los valores eléctricos, sobre los que planean rumores muy positivos, aunque aún sin confirmación oficial. Aparte de estar a punto el esclarecimiento del reparto de dividendos, parece que la Administración prepara alguna medida que palie la exclusión de los títulos de renta fija emitidos por estas sociedades en los coeficientes obligatorios de las cajas. La solución podría venir a través de apoyos fiscales a la compra de estos activos, lo que no perjudicaría el coste de captación de pasivo para estas empresas, al tiempo que se aseguraría la afluencia de capital.
Pero, a nivel exclusivamente bursátil, es muy posible que estos valores tampoco necesiten ahora de mayores milagros que los derivados de los precios actuales. Parece poco probable que aún puedan bajar más, ya que el dinero se presenta muy dispuesto a entrar incluso a estos niveles y otro descenso puede originar una afluencia tal de fondos que elevaría automáticamente los cambios, puesto que el papel sigue brillando por su ausencia.
Mientras tanto, el dólar continúa su descenso y los tipos de interés en España flexionan ligeramente a la baja, aunque los síntomas que vienen de Estados Unidos -incremento del 5,4% en el deflactor del producto nacional bruto, mientras que éste sólo se ha incrementado un 2,1% en el primer trimestre, frente al esperado 3% o 4%- reavivan los temores de un aumento del precio del dinero al otro lado del Atlántico. En todo caso, la inflexión de la divisa norteamericana puede arreglar algunas cosas ahora, pero supone un riesgo para la recuperación europea a medio plazo.
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