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La preparación de las elecciones autonómicas de objetivo de la renovación de dirigentes iniciada por el PSOE

La renovación de los cuadros regionales emprendida por el PSOE en los congresos que están celebrando los socialistas en las comunidades autónomas tiene como fin una operación política a medio plazo, según señalaron dirigentes del partido en el poder la preparación de las elecciones autonómicas de 1987. Por su parte, miembros destacados de Alianza Popular, que también celebrará sus congresos regionales en este semestre, dijeron que su estrategia para batir a los socialistas "se renovará" tras las elecciones legislativas de 1986 -que muchos en Coalición Popular consideran ya prácticamente perdidas-, y que una de las batallas fundamentales se centrará en la conquista de los Gobiernos autonómicos hoy en manos del PSOE.

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Estos planes sirven para indicar la verdadera importancia que los dos principales partidos del espectro político conceden a la celebración de sus congresos regionales. Ambos consideran tema prioritario que la renovación de los dirigentes responda a "una visión de futuro", en palabras de un importante responsable aliancista. El PSOE, que inició estos congresos en enero de este año -AP lo hará en breve-, pocas semanas después de que se celebrara su 30º congreso federal, está procediendo a una renovación significativa en las cabezas de las comisiones ejecutivas regionales allí donde el partido se muestra más débil. Galicia y Castilla y León son dos ejemplos tipo.En la mayor parte de los casos, los intentos de renovación en base a colocar en las respectivas direcciones a hombres de confianza de la ejecutiva federal, tropiezan con no pocas resistencias, ambiciones personales e intereses de las baronías provinciales y locales. Así ocurrió el pasado mes de enero en Galicia, donde la división norte-sur estuvo a punto de provocar una ruptura y, en todo caso, supuso que la nueva ejecutiva, encabezada por Antolín Sánchez Presedo, obtuviese un apoyo de tan sólo el 30% de los delegados presentes.

Y volvió a ocurrir el pasado fin de semana en Castilla y León, donde la sustitución de Demetrio Madrid, actual presidente de la Junta autonómica, al frente de la secretaría general del partido se vio dificultada por no pocas maniobras en la sombra; sólo a última hora los esfuerzos combinados de los dos miembros de la ejecutiva federal presentes en el congreso, Txiki Benegas y Guillermo Galeote, impusieron al candidato oficial, Juan José Laborda. Algo que valió no pocos abucheos a Benegas cuando éste clausuró el congreso, celebrado en León.

Prueba de fuego

El discurso con el que Laborda aceptaba su nuevo cargo también fue sonoramente abucheado por una parte de los militantes leoneses, siempre abocados a una tentación separatista de las estructuras del Partido Socialista de Castilla y León (PSCL), lo que no es sino un reflejo del descontento de amplios sectores de la provincia por su inclusión en la comunidad castellano-leonesa. Cuando el próximo mes de abril los socialistas leoneses celebren su congreso provincial, Laborda sufrirá su primera prueba de fuego como secretario general regional.Sin embargo, el gran enfrentamiento que latía en el fondo tanto del congreso gallego como del que el pasado domingo se clausuró en León se situaba en el horizonte temporal de 1987; el gran debate: que se abre tras ambos congresos regionales consiste en dilucidar quiénes serán los respectivos candidatos socialistas a la presidencia de los dos Gobiernos autonómicos. Se trata de una cuestión a resolver en las próximas semanas en el caso de Galicia -donde la batalla interna subterránea está en su apogeo- y en los próximos meses en Castilla y León -donde Laborda se configura como un claro favorito frente al actual presidente, Demetrio Madrid.

En ambas comunidades, la derecha parece contar con posibilidades de triunfo en las próximas elecciones autonómicas. En el caso de Galicia -donde los sondeos pronostican un triunfo relativamente fácil para la Coalición Popular en diciembre de este año-, el candidato popular ya parece decidido, en la persona de Gerardo Fernández Albor, actual presidente de la Xunta.

En Castilla y León, algunos miembros de AP estudian ya una operación más complicada, aprovechando que faltan dos años para la celebración de los comicios: consistiría en tratar de designar como candidato a Rodolfo Martín Villa, que se presentaría como figura independiente y susceptible, por tanto, de ser apoyado por otras fuerzas al margen de la Coalición Popular, entre ellas los reformistas, que muy probablemente tendrán como principal dirigente en la región a Manuel Núñez, ex ministro de UCD e íntimo de Martín Villa. Sería una manera de comenzar, desde las autonomías, la construcción de la soñada mayoría natural que Fraga encuentra tantas dificultades para consolidar cara a las elecciones legislativas de 1986.

Los máximos dirigentes del PSOE aprovecharán igualmente los próximos congresos regionales para reforzar las estructuras del partido en otras comunidades donde la implantación socialista se ha mostrado especialmente débil, como Cantabria, Baleares y el País Vasco.

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