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Lester Piggott, el centauro

El yoquei que ha ganado 4.315 carreras comienza este mes su última temporada

Mábel Galaz

Lester Piggott, el yoquei más famoso del mundo, ha anunciado su retirada de las pistas a los 49 años de edad. La temporada británica, que comienza el próximo día 21 de marzo en Doncaster, será la última de este jinete, que piensa dedicarse en el futuro a ser entrenador de caballos. Piggott, considerado por la Prensa de su país como el británico más universal, ha ganado más de 4.000 carreras y posee el récord de victorias en pruebas clásicas, al haberse impuesto en nada menos que en 28. Multimillonario en dinero, propietario de una avioneta y varios Rolls-Royce, hombre parco en palabras, se ha creado en torno a él una auténtica leyenda. No en vano se trata de una figura mundial.

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Una carrera dorada

Lester Piggott ha sabido hacer una fascinante rutina coreográfica de una carrera cualquiera. En el paddock, antes de salir a la pista, aparece agazapado en su caballo como si se tratase de un gato. Sin un gramo de grasa en su cuerpo, sin sonreir, luce una mueca impasible; pero su mano siempre está acariciando el cuello del animal, como si se estuviera celebrando una ceremonia muy privada.Más tarde, cuando se dirige hacia los cajones de salida, aprieta las manos y las tensa, una frente a la otra, como las de un piloto de Fórmula 1. Ya en carrera, su estilo y peculiar manera de montar podría decirse, a primera vista, que pertenecen de igual manera al mundo acrobático que al de la equitación. Piggott se coloca el estribo muy corto, casi a la altura de la crin; sus ojos se esconden implacables detrás de las gafas, calculando lo que tiene delante. En los metros finales, cuando surge la lucha final, coloca el cuerpo muy bajo. La fusta la utiliza poco: sólo cuando sabe que es necesaria para obtener la victoria. Cuantos han visto más de dos veces cumplir a Piggott este ritual, coinciden en afirmar que en él la equitación es algo muy parecido al arte.

Su imagen es la de un centauro de cara grisácea, parco en palabras, que vive exclusivamente de puros y billetes de 100 libras, y que dispararía a su abuela si ello le llevara victorioso a la meta. Hace años libró una feroz batalla con su cuerpo y ahora come poco, pero lo suficiente para mantenerse, a sus 49 años, con 53 kilos de peso a pesar de medir 1,72. Su secreto, tras más de 30 años de actividad, aunque simple, está a la vista: Piggott tiene el don de entender a los caballos, a la vez que una gran determinación que triunfó sobre su cuerpo ligeramente grande: para el mundo liliputiense de los yoqueis.

Los psicólogos han dado múltiples explicaciones a su éxito. Según ellos, podría deberse a la cabezonería del niño único o la alienación del niño a quien la sordera parcial y una dificultad en el hablar hicieron de él un hombre muy poco predispuesto para el contacto social. Pero lo que está claro es que tiene una sorprendente voluntad de ganar, de sobresalir en su profesión, que le ha llevado a la cima y que ha afilado y extendido su talento.

Piggott creció en un ambiente de ganadores y fue educado por su padre, Keith, yoquei en el Grand National, la prueba de obstáculos más famosa del mundo, para ser un campeón. Ganó su primera carrera a los 12 años, y su primer derby lo obtuvo siendo todavía muy joven, a los 19 años. Tras ello se asoció con el entrenador Neil Murless, y con él conoció las mieles de las primeras victorias. Con el irlandés Vicent O'Brien tuvo la oportunidad de montar a grandes caballos, como Nijinsky y Sir Ivor.

Tras su separación de O'Brien y su posterior unión con el yerno de Henry Cecil supo mantener el éxito. Incluso después de dejar a Cecil, y cuando todo el mundo apostaba por un descenso en su fulgurante carrera, Piggott permaneció en la cima y ganó el St. Leger montando a Commanche Run, superando todas las marcas al ganar 28 carreras clásicas. En 30 años de profesión, Piggott ha ganado en su país, el Reino Unido, 4.315 carreras y ha participado en 19.552 pruebas.

Una agenda roja

Nunca ningún agente llevó su carrera o discutió sus honorarios; él siempre lo ha hecho todo personalmente, ayudándose de un gran diario rojo situado al lado del teléfono y manteniendo interminables conversaciones con propietarios y preparadores. Piggott rara vez se ha equivocado en la elección de un caballo, de ahí que todos los años el ejemplar que selecciona en el derby de Epsom se convierta tan sólo por este hecho en el gran favorito. Incluso cuando no ha estado a la cabeza de las listas se ha mantenido como el yoquei más buscado, el más popular y el de más carisma del país.Si Piggott asegura al bajarse de un caballo: "Es uno de los mejores caballos que he montado", éste sube inmediatamente de valor, de ahí que casi todos los importantes propietarios le hayan consultado en más de una ocasión a la hora de realizar alguna inversión en pura sangre.

Las mejores cuadras del turf internacional rivalizan por sus servicios. La reina Isabel de Inglaterra, gran aficionada a este deporte, se ha declarado en más de una ocasión una de sus más fervientes admiradoras.

Lester Piggott tiene la cualidad de ser capaz de montar con el mismo éxito a una yegua delicada que a un duro caballo. Fue el Piggott del guante blanco quien llevó a Peite Etoile al primer puesto en el Oaks, y el Piggott del puño de hierro el que forzó a Roberto y a The Minstrel en los más duros derbys de 1972 y 1977. Otros yoqueis tienen esas cualidades, pero la profundidad de éstas en Piggott le dan un toque extraño y particular.

La intuición siempre ha estado presente en Piggott, y ese saber hacer ha influido decisivamente en su carrera. A los 15 años ganó la carrera menor dotada del Reino Unido con Zuccherro, con el que otros yoqueis no tuvieron fortuna.

Lester Piggott monta desde hace ya muchos años por afición y no por dinero, ya que posee una gran fortuna que le ha llevado a invertir una parte de ésta en la adquisición de unos terrenos en Newmarket (el centro hípico más importante del mundo), en donde cría caballos con la colaboración de su mujer, Susan, muy vinculada también al mundo de las carreras. Los colores de las mantas de sus caballos verdes y rojos son conocidos en todo el mundo.

Es típico de Lester Piggott el que incluso el esperado e inevitable anuncio de su retirada el próximo invierno haya sido recibido con grandes titulares, grandes nostalgias y una pizca de controversia en la Prensa británica. Piggott comunicó sus planes a Peter O'.Sullivan en The Daily Express y a Michel Seely en The Monday Times, pero el yoquei más famoso del mundo pareció sufrir un cambio de ideas. Y así, días más tarde, The Daily Star anunciaba: "Piggott: todavía no me voy". Esta marcha atrás, más tarde desmentida, parece que está relacionada con el hecho de que Piggott tiene un contrato con este periódico.

El próximo año será muy duro para Piggott. De todos los yoqueis estrella de este siglo, sólo Harry Wragg ha tenido éxito como entrenador. Muchos han sido los que le han dicho que es una locura dedicarse a entrenar. Fortunas tan grandes como las de Piggott se han reducido porque no por el hecho de haber sido un buen jinete se es un buen entrenador.

Pero todos parecen olvidar algo muy obvio, que Piggott esconde tras su exterior duro de hombre que antepone los negocios a todo, y es que le encanta el juego en el que está, piensa en ello y disfruta.

Gordon Richards, que dejó su faceta de yoquei por la de entrenador, ha dicho que preparar a un caballo, ponerlo a punto y después verlo ganar en el curso de una carrera es bastante más excitante que montar a un ganador.

Piggott, preguntado por su nuevo futuro, ha dicho: "Por supuesto que tendré éxito, seré el mejor entrenador del mundo". Pero con Piggott resulta muy difícil saber dónde empieza la burla y dónde termina la realidad.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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