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El árbitro Cristóbal, el látigo de los 'modestos'

Manuel Rivas

Cuando llega al campo se escucha un murmullo desaprobatorio: "¡Buf! Cristóbal...". Entonces él se encara con los modestos y su concurrencia: "Ascender a primera si queréis que os arbitre García de Loza". Le han perseguido con un cuchillo de monte, intentado ahogar en el mar, insultado hasta la exageración, pero Julio López Cristóbal, colegiado de Segunda Regional en Galicia, recaudador de impuestos municipales por vía ejecutiva durante la semana, sigue proclamándose filosóficamente anticasero, amante del fútbol ofensivo y un apasionado del arbitraje.

Cristóbal colecciona en un álbum los recortes de prensa que narran los intentos de agresión a árbitros de los modestos. En una ocasión, en un encuentro María Pita-Unión Sportiva, se decidió a cambiar los papeles y derribó de un puñetazo fulminante a un espectador. "¿Usted sabe lo que es estar arbitrando bien, de forma imparcial, con interés, y que entre 300 espectadores aparezca un tipo que está todo el partido mentándote a la madre? Le dije que si quería algo nos veíamos a la salida. Yo ya me había olvidado del incidente, pero al término del partido allí estaba el tipo, encarado, al lado del vestuario. Lo tumbé de un certero puñetazo".En otra ocasión, en un partido Spórting Ciudad-Atlético Los Castros, otro exaltado le atacó con un banderín de córner. Cristóbal tampoco se arrugó esta vez. Le hizo frente con bandera de juez de línea y empapelé al intruso con una denuncia. El árbitro Cristóbal no tiene por costumbre arredrarse, aunque alguna vez haya tenido que salir de una población hostil debida mente camuflado. "Yo amo el riesgo", dice este hombre de 27 años, que ha hecho de juez en más de 200 encuentros.

Estuvo apunto de dejarlo. De hecho, se pasó una temporada sin arbitrar, pero "sentía un hormiguillo extraño, algo me empujaba a volver". Cristóbal confiesa que le "va la marcha". Durante la semana trabaja para la oficina de recaudación de impuestos municipales por vía de apremio en La Coruña, y raro es el día que no le aparece de frente un afectado blandiendo una estaca o con la presencia nada amistosa de una escopeta de caza. Fue en este trabajo donde un compañero le sugirió que se metiera a árbitro, en un afán de vivir peligrosamente.

A veces los dos oficios convergen y al árbitro-recaudador Cristóbal se le complica la vida. "Una vez tuve que estar en el embargo del equipo Liceo de Monelos y a los dos meses les arbitré un partido. Un seguidor me reconoció y le decía al resto: 'Pero si es el tipo del embargo'. Juro que las pasé canutas. Lo mismo sucedió con el Sin Querer. Menudo follón".

Para lío, el de la isla de Arosa. "Primero nos quisieron tirar al mar a todo el equipo arbitral y después nos dejaron sin ¡ancha. Los espectadores nos animaban, con ironía, a subir a la embarcación, pero no disimulaban sus malas intenciones. Por la noche, el tipo de la lancha nos cobré seis billetes por sacarnos de allí. Uno, al final, siente añoranza de estas cosas".

Lo peor

Lo peor fue hace dos jornadas, en el encuentro de rivalidad Teixeiro-As Brañas, en la brava geografía del interior montañoso de Galicia. Entrada normal. Ambiente bronco. Terreno pesado. "Tranquilos", dijo Cristóbal a los capitanes al comienzo del encuentro. El asunto acabó con tres tarjetas rojas y 11 cartulinas amarillas. En el minuto 75, Cristóbal expulsa al dorsal número 6 del equipo visitante, José García. En el 82, al dorsal 9, Jesús García, y en el 88, al portero, Luis García. "No sabía que los tres eran hermanos", dice Cristóbal. "Estaban empatados a tres tantos y en el último momento metió un gol el Teixeiro; se me amotinaron".En previsión de lo que pudiera suceder, Cristóbal solicita la presencia del delegado de campo, que lo acompaña hasta su vehículo. Todo bien. De repente, por una pista boscosa, salpicada de arrollos, se le presenta detrás un coche ocupado por cuatro individuos y comienza entonces una persecución por curvas sinuosas. "Sucesivamente me adelantaban y frenaban. En un momento, uno de los perseguidores se echó con medio cuerpo por la ventanilla y me rasgó el coche con un cuchillo de monte. Después de un tramo en calma, me encontré el coche atravesado en mitad de la carretera, me de tuve y uno de los ocupantes vino hacia mí con el cuchillo. Aceleré a fondo, el coche osciló en la cuneta bastante, pero conseguí salvar el cerco por el margen de la carretera. Llegué al cruce con la carretera nacional y allí tuve el último contacto visual con ellos. Les oí decir que me iban a matar, pero yo ya me perdí en el tráfico de la nacional VI". Al día siguiente, el conductor del vehículo perseguidor, arrepentido, se presentó en el domicilio de Cristóbal para que pedirle que retirara la denuncia. ¿Por qué os enfadasteis? ¿Fue por el cuarto gol?", le preguntó el árbitro. "Calla, si ni siquiera lo vi", dijo el hombre.

En cualquier caso, Cristóbal volverá a vestirse de negro el próximo domingo.

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