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El objetivo de que España ingrese en la CEE el 1 de enero de 1986 parece cada vez más lejano

Andrés Ortega

El objetivo de que España ingrese en la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986 ha sido abandonado por la CEE. Esta impresión, que circula en medios comunitarios desde hace algunas semanas, queda ahora confirmada tras lo ocurrido en París y Bruselas el jueves. El propio editorial de la agencia Europe -el principal pilar informativo y semioficioso de la CEE- la recogía ayer. Así, se ha montado un rompecabezas donde entran todo tipo de elementos, desde las elecciones legislativas en Francia hasta el referéndum sobre la OTAN.Tras la anterior cumbre francoalemana corrieron rumores en Bruselas de que FranQois Mitterrand le había pedido a Helmut Kohl que retrasase la adhesión de España -y Portugal- a la CEE en un año. El acuerdo franco-alemán sobre una fórmula para superar los problemas presupuestarios de la CEE parece orientado en este sentido. Todo no es negativo, sin embargo, pues con la nueva fórmula (la única a la que ha podido agarrarse Bonn, dadas las circunstancias para mantener el vínculo entre la ampliación de la CEE y el aumento de sus recursos financieros) España ve garantizado el ingreso en la Comunidad, aunque se a más tarde (abril o julio de 1986 o, como es más probable, el 1 de enero de 1987).

Hay razones técnicas para el retraso. Aun pensando en un amplio acuerdo sobre los capítulos agrícola y pesquero en la sesión maratoniana de negociación del 17 al 20 de marzo, según opinión tanto de fuentes comunitarias como españolas, serían necesarios unos dos meses para completar el acuerdo. Sobre temas que tienen una importante incidencia (como el algodón, el tabaco, el concentrado de tomate u otros productos agrícolas transformados) ni siquiera se ha empezado a hablar.

Con ello, en la mejor de las hipótesis, el tratado no quedaría finalizado (aunque se puede firmar con partes en blanco, como ocurrió con Grecia) hasta finales de mayo o junio. Y el propio presidente del Consejo de Ministros de la CEE, Giulio Andreotti, insistió el martes en que, dados los plazos de ratificación parlamentaria, para ingresar el 1 de enero de 1986 el tratado tendría que estar ultimado a mediados de abril. Otra hipótesis que se ha barajado es acabar ya, "como sea, y aunque sea un chapuza", y que España renegocie los términos de su adhesión una vez dentro.

Problemas políticos

Tras las reuniones de marzo, será el Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno de los diez el que decida la fecha de la adhesión (supononiendo que temas puntuales de la negociación no vayan a la cumbre y se resuelvan antes).

Por parte francesa se insiste en que "hay prisas por firmar para que podamos ratificar la adhesión antes del otoño", de modo que el tema no quede mezclado en la campaña para las elecciones legislativas de mayo de 1986. Pero estas fuentes no hablan del ingreso, que podría quedar retrasado hasta el 1 de enero de 1987, lo que facilitaría para el Gobierno galo el proceso electoral.

Para que el ingreso español se produzca -aun con retraso-, es necesario que la sesión de negociación de marzo sea decisiva, produzca acuerdos concretos y acabe con el auténtico diálogo de sordos entre España y la CEE. Pero primero los diez deben ponerse de acuerdo entre ellos y superar sus divisiones internas.

Lo que en resumen dice la nueva cumbre franco-alemana sobre el presupuesto es que la CEE no dispondrá del aumento de recursos financieros propios hasta que no hayan ratificado todos los países los tratados de adhesión de España y Portugal. Es decir, la Comunidad no dispondrá de nuevos recursos sin la garantía del ingreso de España y Portugal.

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